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Koldo CAMPOS Escritor

Errar no es un oficio

Antes de seguir desplegando en Afganistán más tropas de asesinos con licencia, si alguna necesidad tienen la OTAN y los Estados Unidos es crear un nuevo ministerio: La Secretaría de Disculpas.

Y es que son tantos los errores cometidos en sus humanitarias guerras y tantas las obligadas disculpas por sus sangrientas confusiones, que sólo institucionalizándolas van a poder dar curso a todas las habidas y pendientes.

En los Balcanes, cuando capitaneaba los errores ese siniestro volatinero llamado Solana, tuvo la OTAN que pedir disculpas por bombardear canales de televisión, embajadas chinas, zoológicos, iglesias, vehículos de la Cruz Roja, refugiados...

Antes y desde entonces, allá donde se han instalado tan beneméritas bandas, han sabido repartir con extrema generosidad errores y disculpas por sus incontables daños colaterales.

En octubre, aviones alemanes bombardeaban a un centenar de civiles al creerlos talibanes, y hace sólo una semana, en otra sangrienta confusión, siete policías afganos eran asesinados por la OTAN. Días antes, los confundidos habían sido 5 niños, y el domingo pasado más de 30 civiles eran también asesinados por las fuerzas de paz de la OTAN.

Ni siquiera es preciso apelar a hemerotecas para encontrar más errores, más muertos, más disculpas. Basta con abrir el periódico del día. Y sí, errar puede ser un derecho pero nunca un oficio. Claro que, cuando se asesina impunemente tampoco puede hablarse de errores. En todo caso, si algún error ha habido, lo cometió su madre. Ojalá que el mundo pueda repararlo cuanto antes.

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