Después de más de una década en la órbita del americano Ford, la sueca Volvo empezó ayer una nueva era con su venta a la empresa china Geely, que quiere hacer de la marca un «tigre» para conquistar China. Según el acuerdo firmado por Geely en la sede histórica de Volvo en Gotemburgo, el precio fue de 1.300 millones de euros, lo que representa cerca de cuatro veces menos que el que pagó Ford cuando lo compró en 1999.

Ford indicó que la transacción se pagará en efectivo, a excepción de 200 millones de dólares en forma de obligaciones. El importe puede verse reducido de aquí a la fecha de la venta (prevista para el tercer trimestre).

«Veo a Volvo como un tigre», afirmó el presidente de Geely, Li Shufu, durante una rueda de prensa con dirigentes de Volvo y Ford. «El tigre pertenece al bosque, no pueden ponerle en un zoológico, en un pequeño cercado. Debemos liberarlo», declaró el nuevo dueño chino en la sede de Volvo, donde la bandera china se había alzado antes del anuncio del acuerdo.

«El corazón del tigre se encuentra en Suecia y Bélgica (donde se localizan sus principales fábricas), pero su potencia debe proyectarse por todo el mundo y veo a China como uno de los mercados donde Volvo debe mostrar su capacidad para liberar los caballos». «Es la filosofía del acuerdo, queremos defender nuestros mercados en Europa y Estados Unidos y desarrollar Volvo en los países emergentes, en particular, China», dijo el fundador de Geely, pero sin querer concretar posibles aperturas de fábricas en China.

Recuperación

La transacción, la mayor compra china en el sector del automóvil en el extranjero, supone la entrada de lleno del gigante asiático en el panorama del automóvil europeo, así como una nueva era para Volvo, en dificultades después de más de diez años pasados en el seno de Ford.

El grupo, especializado en los grandes modelos -berlinas y rancheras de gama alta- ha visto hundirse sus ventas debido a la crisis económica que inclinó el mercado hacia modelos más accesibles. De casi de 460.000 unidades en 2007 pasó a 334.800 el año pasado. Pero el sueco prevé un rebote con la recuperación económica mundial.

La influencia sobre un grupo europeo por un fabricante chino suscita inquietudes en cuanto a la protección de las tecnologías y a los empleos. A pesar de reticencias iniciales, los sindicatos de Volvo, que emplea alrededor a de 22.000 personas en el mundo, aprobaron el acuerdo el sábado. «Volvo es Volvo, y Geely es Geely -garantizó, Li Shufu- Son empresas distintas. Geely está decidida a apoyar todo lo que beneficie a Volvo», afirmó.