El cine auspiciado por Luc Besson se traduce en una producción para el consumo, lo que equivale a utilizar la infraestructura de la industria europea para compartir con Hollywood un trozo del pastel. Su estrategia consiste en intentar obtener las recaudaciones de las películas norteamericanas pero con los costes más baratos de los rodajes en el viejo continente, y así salir ganando en el cambio. «Desde París con amor» se atiene a esa filosofía de una inversión mínima y un beneficio máximo que tan buenos resultados le está dando en lo económico, si bien desde el punto de vista creativo hay que constatar que sus películas no son más que imitaciones dentro de una fórmula infalible basada en la ausencia de riesgo. Su público es aquél que quiere entrar al cine para entretenerse y al salir olvidarse de lo que ha visto.

Ni siquiera el título de la película es original y parafrasea el de «Desde Rusia con amor». Pierre Morel, que en la anterior «Venganza» dirigió a Liam Neeson, reúne ahora a John Travolta y Jonathan Rhys Meyers como pareja de acción, en un homenaje a las buddy movies ochenteras con emparejamientos antitéticos. Aquí se trata de reunir a un veterano y a un novato, de acuerdo con los caracteres opuestos del viejo actor norteamericano y del joven actor irlandés.