Entró a trabajar el 2 de enero de 1980 como litógrafo en Envases Metalúrgicos, situada en Laudio. En mayo de 2005 comenzó a sentirse mal y en el centro de salud de Laudio, «la doctora Itziar Meléndez fue la que me envío con urgencia al hospital de Galdakao, porque vio algo raro en las placas que me hicieron. En realidad, me salvó la vida, aunque en Galdakao me marearon tres meses hasta que me enviaron a Oncología del hospital de Cruces, donde me dijeron que tenía un mesotelioma, producido por el amianto. Tengo que indicar -explicó- que el personal del hospital de Cruces me ha atendido muy bien».

¿Qué piensa cuando le dicen que tiene un mesotelioma, un cáncer?

No sabía nada. No sabía qué era eso. Por primera vez me enteré en una charla que ofreció Jesús Uzkudun, responsable de Salud Laboral de CCOO de Euskadi. Hablé con él y me dijo que había que denunciarlo. Me dio un poco miedo, porque no sabía lo que era el amianto, pero una vez que me lo explicó, sabía que en Envases había por todos los sitios. La denuncia la puse en la Seguridad Social de Laudio en marzo de 2006.

¿Qué le dijo la empresa?

Osalan y la Inspección de Trabajo se movieron rápido y en una reunión la dirección de la empresa negaba que hubiera amianto, pero todo el mundo lo sabía. En Envases Metalúrgicos era litógrafo, pero hacíamos de todo. Limpiábamos hornos, reparaciones los sábados, cuando te mandaban ir. Así fue. En esa reunión llevé un trozo de amianto. Ese día dimos una vuelta por la empresa y expliqué donde estaba.

Al final, el Tribunal Supremo ha ratificado su enfermedad profesional.

Sí. Logramos en el Juzgado de Lo Social de Gasteiz una sentencia favorable, luego en el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco y después en el Tribunal Supremo. Porque la empresa y Mutualia negaron la existencia del amianto, a pesar de que hay otro trabajador con placas pleurales, que surgió de unos controles posteriores a aparecer mi denuncia. Pero hay otro caso anterior de 2002 que se mantiene en secreto, pero que si se hubiera conocido quizás los controles sanitarios hubieran permitido al resto de trabajadores tener mejor vigilancia de la salud y atajar antes este grave problema. En este caso, además, tengo que reconocer que la Seguridad Social ratificó que era enfermedad profesional, aunque luego la empresa y la mutua recurrieron. En la tramitación he tenido mucha suerte.

¿Ha perdido mucha calidad de vida?

Sí. Al principio me dieron un año de vida. Sin embargo, sigo. Quizá el ser deportista ha sido lo que me ha garantizado más años de vida. Ahora estoy mal, porque se me ha desplazado el corazón al tener extirpado el pulmón. Un día estoy bien, y otro o al de unos minutos siento un dolor irresistible. Estoy casado y tengo un hijo, mi mujer y mi chaval son los que han sufrido. De hecho, la acumulación de la tensión es la causa de que mi mujer lleve un año de baja.

¿Los trabajadores son los que pagan las consecuencias de la falta de prevención?

Sin duda. En Envases Metalúrgicos trabajamos con amianto mucho. Nos poníamos unos guantes para no quemarnos. Todos deberíamos denunciar estas situaciones para evitar que progrese este mal.