Casi 900 profesionales sanitarios han recibido ya formación en higiene de manos. «No se ha hecho una valoración del impacto, aunque para ser optimistas creo que ha ido mejor de lo esperado», valora.

El personal sanitario, ¿se lava las manos regularmente o «se lava las manos», como decía el eslogan de la campaña?

Ambas cosas. La mayoría del personal sanitario se lava las manos, aunque en algunas ocasiones no lo hace con la frecuencia adecuada.

La crisis de la gripe A, ¿ha colaborado indirectamente para que el personal se conciencie más sobre esta higiene?

Es probable que sí, pero creo que quizás el impacto haya sido más importante a nivel extrahospitalario.

¿Sabe el personal sanitario cómo lavarse las manos correctamente, o la campaña es más un recordatorio de que lo haga?

La mayoría del personal realiza una técnica de higiene de manos más o menos correcta, aunque la duración no es del todo adecuada. Los estudios recomiendan que el lavado higiénico de manos con agua y jabón dure, aproximadamente, un minuto, cuando la realidad es que los profesionales sanitarios emplean por término medio unos diez segundos.

Porque no vale con un poco de agua, frotarse un poco y listo...

El agua sólo puede ser suficiente para eliminar la suciedad macroscópica, pero para eliminar la suciedad que no vemos y los gérmenes presentes en las manos es necesario un lavado con agua y jabón. Además, la eficacia del lavado de manos depende del tiempo empleado y de que se realice con una técnica correcta.

Un hábito que salva miles de vidas cada año, recuerdan...

Efectivamente, la evidencia científica ha demostrado que la higiene de manos es la medida más importante para prevenir las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria. Desde mediados del siglo XIX se conoce la gran importancia que tiene la higiene de manos en el cuidado de enfermos, ya que las manos son la principal fuente de transmisión de microorganismos entre personal sanitario y pacientes. Hay estudios que describen que la frecuencia de las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria puede ser reducida hasta un 50% cuando los profesionales sanitarios se lavan las manos regularmente.

Porque nuestras manos portan muchos gérmenes...

Algunas de las infecciones asociadas a la asistencia sanitaria son transmitidas de paciente a paciente mediante las manos de los profesionales, lo que es conocido como infección cruzada. Los microorganismos que adquieren en sus manos los profesionales sanitarios, durante el contacto directo con los pacientes o con los objetos que rodean a éstos, son conocidos como la flora transitoria de la piel de las manos. La cantidad exacta de microorganismos que tenemos en la piel es difícil de determinar, pero pueden existir miles de colonias de gérmenes. Y luego depende de lo «limpias» que estén las manos, claro.

¿Cuántas veces puede terminar lavándose las manos un sanitario en un día normal?

La indicación sobre la frecuencia ideal del lavado de manos no es fácil de establecer. Todo depende de la intensidad, de la duración y del tipo de actividad asistencial, del grado de contaminación de las manos y de la predisposición a la infección de los pacientes. Según las últimas recomendaciones internacionales, el personal sanitario debería lavarse las manos en cinco momentos de la asistencia sanitaria, como son antes del contacto con el paciente, antes de realizar una tarea limpia o aséptica, tras la exposición a fluidos corporales, tras del contacto con el paciente y después del contacto con el entorno del paciente.

Casi nada...

Bueno, dependerá de la actividad desarrollada. Efectivamente, algunos profesionales sanitarios tendrían que lavarse las manos muchas veces a lo largo de la jornada laboral. Ahora bien, la higiene de manos no siempre tiene que hacerse con agua y jabón; en muchas ocasiones podrían emplearse soluciones de base alcohólica que son más rápidas y efectivas.

¿Y qué recomendaría a la gente de la calle?

Mi recomendación es que se laven las manos más frecuentemente de lo que se hace, sobre todo cuando contacten con gente más susceptible de sufrir infecciones, como ancianos, niños o personas inmunodeprimidas.