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Raimundo Fitero

Ricas

En La Sexta estrenaron el pasado jueves uno de eso programas que llaman la atención, aunque no se sepa los porqués. Llamó tanto la atención que fue el estreno de esta joven cadena que alcanzó mejor audiencia, lo que es un simple dato, pero que nos hace recordar una vez más que si hay alguien infiel, esa es la audiencia televisiva, que no se mantiene en ninguna cadena a no ser que se hayan acabado las pilas del mando a distancia.

«Mujeres ricas» es un formato trucado. Por decirlo de alguna manera, si siempre que vemos una cámara al hombro es para ver a pordioseros, desplazados o excluidos, el que aparezcan unas señoras que viven en la opulencia es un contraste, incluso, una contradicción con lo que podría ser considerado el común denominador de la línea editorial de la propia cadena. Unos señoras que hablan sin ningún reparo de la magnífica vida que llevan, de sus preocupaciones por cuestiones banales, que gastan el dinero en compras con una facilidad insultante. No parece que las que salieron la primera entrega fueran ejemplares, a no ser que se intente remarcar que algunas llegan a calzar los zapatos más caros del mercado, no por su paso por la universidad, sino por otras cuestiones que todos suponemos, aunque en esta serie no se explicite.

La constancia en remarcar, sin casi intervención externa, es decir, sin un claro punto de vista, una mirada fría componiendo tandas de intervenciones de estas mujeres, casi siempre en paisajes que les dotaban ya de un soporte estético definitorio, puede considerarse como un acto de objetividad que busca una complicidad colectiva para la reacción. Ante lo que se contempla uno puede quedarse atónito, escéptico o dormido. Lo lógico es pensar que la gente, por lo general, las odie, pero no sería de extrañar que en muchos casos sirvieran como orientación extra-profesional, despierten admiración ya que pueden ser vistas como una guía de cómo trepar socialmente sin necesidad de desarrollar una actividad intelectual, ni manufacturera, simplemente con los dones que la naturaleza ha proporcionado. Armas de mujer se decía antes. Bien mirado, estas ricas, lo son por matrimonio, una vía muy transitada.

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