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Martin Garitano Periodista

Medalla al perro

Camino del exilio inglés, Napoleón III dejó para la Historia una frase lapidaria: «Quien sirve al Estado, sirve a un ingrato». Napoleón III era francés. Si fuera español, pensaría otra cosa.

Y es que, a pesar de la viscosa capa de silencio que tapa las cloacas del Estado, ha trascendido que la ministra de Defensa, Carmen Chacón, acaba de condecorar a Mikel Lejarza Egia, «El Lobo».

Mikel Lejarza Egia fue, ni más ni menos, un pistolero al servicio de los servicios secretos franquistas y sus trabajos como matón a sueldo costaron la vida, al menos, a tres ciudadanos vascos que combatían contra la dictadura, y la tortura y cárcel a más de un centenar de personas.

Y ahora el Gobierno del PSOE le agradece los servicios prestados y le otorga una medalla, a buen seguro pensionada.

El asunto no es baladí ni se queda en mera anécdota. Retrata a la perfección la esencia misma de ese engendro que llamaron «Transición» y no pasó de ser una mera reforma del régimen que implantó el ejército golpista en 1939. Los servicios secretos han continuado comandados y protagonizados por los mismos fieles edecanes del franquismo. Por eso condecoran a Lejarza Egia. Por eso Cassinello llegó a las más altas posiciones.

También podríamos recordar que la Audiencia Nacional nació en el seno mismo del Tribunal de Orden Público de la dictadura. O que el jefe del Estado fue elegido por Franco cuando diseñó su sucesión y quiso dejarlo todo «atado y bien atado».

El Estado español, sin duda, no es ingrato para quienes tan bien le sirvieron y le sirven.

Uno de los policías que mató a Joseba Arregi a palos, saltándole sobre el pecho y ahogándolo en una bañera, también mereció ascenso y medallas. Y la fotografía del ministro Belloch imponiendo el fajín de general al asesino Galindo está en la retina de los vascos. También los matarifes Dorado Villalobos y Bayo Leal pasean en libertad sus condecoraciones y disfrutan de sus pensiones.

Ingrato fue, tal vez, el Estado francés con Napoleón III. No lo ha sido el español con lo más tenebroso de sus servidores.

Hace sólo unos meses homenajearon a Melitón Manzanas, otro criminal, cómplice de la Gestapo nazi. También Manzanas obtuvo el reconocimiento del Estado al que sirvió torturando a cientos de vascos y enviando a la muerte segura a quienes huían de la Francia ocupada.

Y a «El Lobo» lo han condecorado por eso, por ser un perro policía.

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