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Crónica | Condena al periodista Vedat Kursun

166 años de prisión por el «delito» de escribir en kurdo

Vedat Kursun, ex director del único diario en lengua kurda de Kurdistán Norte, «Azadiya Welat» ha sido condenado a más de siglo y medio de prisión por hacer su trabajo. «No pertenezco a ninguna organización, tan sólo soy el director del periódico que más leen los kurdos», fueron las palabras del reportero antes de ser condenado.

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«Si estás aquí, en las salas 4, 5 y 6 de lo Criminal de la Audiencia de Diyarbakir, cosa mala. Todas las mañanas salen condenas de años de cárcel por motivos políticos», cuenta el nuevo director del rotativo, Eser Uyansiz.

«Siempre son las mismas acusaciones, propaganda, separatismo, pertenencia a grupo terrorista, desórdenes públicos en el caso de los manifestantes arrestados...», nos resume Uyansiz retratando el ambiente diario en el Juzgado.

Pasa el tiempo, el padre de Vedat Kursun nos invita a un té tras otro. A las 11.30 informan al abogado de que el periodista permanece en la cárcel y que no lo traerán hasta primera hora de la tarde. Entramos en la sala a las 14.30. Los abogados recuerdan la desproporción -525 años de cárcel- con los presuntos delitos cometidos.

«Es todo una farsa»

Recuerdan que los principales periódicos turcos han publicado entrevistas con el PKK. «El señor Kursun no ha matado a nadie, no ha empuñado un arma, no es miembro del PKK, sólo es el director de un periódico». Nada indica que estén hablando de cosas tan serias; las explicaciones de abogados y jueces parecen distendidas, incluso hay lugar para alguna sonrisa que otra. «Es todo una farsa», nos recuerda el nuevo director del diario en el receso previo a la sentencia, «los jueces se ríen con todo el cinismo del mundo, dejan a las claras lo que les importa lo que digan los abogados».

Llega la hora del acusado. Insiste en que sólo dirige un periódico. Denuncia la actitud del Estado: cuando un medio turco publicó que «habría que matar a cinco miembros del [partido kurdo] BDP cada vez que la guerrilla matara a un soldado, se adujo que ejercía la libertad de expresión. Yo dirijo el periódico que más leen los kurdos, que informa a los kurdos y no hace propaganda. Y ustedes creen que es normal pedir 525 años por hacer lo que hacen otros medios. Exijo mi libertad». El receso apenas dura diez minutos.

Antes de las 15.00 escuchamos la condena: doce años por pertenencia al PKK y año y medio por cada uno de los 103 casos de propaganda. En total, 166 años de cárcel. El padre de Kursun lo tenía asumido. La hermana del periodista llora. Les acompañamos hasta el coche donde espera la madre, ya que no puede andar. Los periodistas kurdos se enfrentan a diario un feroz acoso.

Así, y limitándonos a los reporteros de «Azadiya Welat» (la lista de enjuiciados, encarcelados e incluso muertos en medios kurdos en lengua turca sería interminable), encontramos los siguientes casos en las últimas semanas: El periódico ha sido clausurado dos veces en lo que llevamos de año, con cierres de un mes cada vez. Al día siguiente otro diario con diferente nombre sustituye al clausurado. Bedri Adanir dirigió «Hawar» durante los 25 días de cierre de «Azadiya Welat» en 2009. Está en la cárcel, con una solicitud de 70 años de cárcel. Mehdi Tanrikulu también fue a prisión tras comparecer en el Juzgado acusado de «propagada de una organización ilegal». El juez quiso impedir que Tanrikulu hablara en kurdo, alegando que «conoce bien el turco». El juicio contra él comienza el jueves.

Ozan Kilinç fue condenado a 21 años en febrero, consiguió exiliarse antes de que lo detuvieran. Emine Demir, ex editora del periódico, no está en la cárcel pero se enfrenta a más de cien años de cárcel. Metin Alatas es la última foto añadida al mural de la entrada del periódico: «mártires por la prensa libre», con una veintena de retratos de periodistas muertos en los últimos años. Alatas era un simple repartidor del periódico en la ciudad de Adana. A finales del año pasado fue secuestrado, golpeado y amenazado y el 3 de abril apareció ahorcado en su casa. La familia acusa a las fuerzas parapoliciales. Otro repartidor, Ali Bilen, de Mersin, también fue secuestrado y sufrió amenazas de que «correría la misma suerte que Metin Alatas si seguía vendiendo el periódico».

 

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