Dice Zapatero que después del verano igual reforma la fiscalidad y sube algunos impuestos. Pero sólo a los ricos, «a los que realmente tienen y no, por supuesto, a la clase media, que ya soporta una buena parte de los esfuerzos fiscales del país».

Tras haber oído a Zapatero decir eso, y visto su currículum de nieblas y de embustes, no cuesta deducir que en estos momentos la clase media debe estar poniendo cirios a todos los santos, convencida de que el palo que le va a caer encima será fenomenal.

O no. Porque, fervoroso amante del paseo por la maroma, Zapatero no define qué tributos subirán, ni cuándo. La experiencia enseña que es mejor mojarse lo menos posible. Además, para no pillarse los dedos, no explica qué es lo que considera él clase media. Claro que el diccionario de la Real Academia no le ayuda mucho. Se lee ahí: «Clase media: conjunto social integrado por personas cuyos ingresos les permiten una vida desahogada en un mayor o menor grado».

(...) en vez de pensar en Robin Hood, me ha dado por pensar en el presidente valenciano, Francisco Camps.

Hace cosa de tres meses, el presidente Camps aseguró -en la declaración de bienes y actividades que hicieron las Cortes valencianas- que en su cuenta bancaria tiene 905 euros de saldo, y 2.779 a medias con su señora, en la cuenta que comparte con ella. Aparte, sólo tiene un coche -un Saab de hace quince años- y un piso en Valencia, también a medias con su esposa. Eso es todo.

(...) Mientras hay desgraciados, con cuatro duros, que avanzan por la vida económica atados de pies y manos, los habilidosos acostumbran a mover grandes sumas de dinero con destreza: por atajos cuando les interesa darse prisa, y dando rodeos cuando les conviene perder tiempo, incluso hasta eternizarse.

Para que los tontos lo entendamos, Zapatero: ¿Camps entrará dentro de «los que realmente tienen» o dentro de esa clase media que no tiene que preocuparse en absoluto por la subida de impuestos?