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Raimundo Fitero

Contaminado

De madrugada, cuando eso que llaman «los mercados» están cerrados, el Banco de España intervino una caja de ahorros que es propiedad de los curas. Releo lo anterior escrito y me parece que estoy poseído por los demonios marcianos, por el surrealismo darwinista o pertenezco a una secta que nos obliga a rezar los prospectos de las grageas contra la hipertensión. Contaminado por imágenes, voces, músicas, himnos, emociones primarias, secundarias y terciarias, un ser humano intenta una salvación. Intervención. Solución. Atención.

Algo más de quinientas millones de euros de un fondo secreto van a hacerse dividendo, que debe venir de divino, para salvar a esa caja de los obispos con un milagro. La santa decía que dios está entre los fogones, ¿está también entre los créditos hipotecarios? Seguramente la castidad ayude a completar tu perfil de cliente en esa caja. Un billete de quinientas euros bendecido sube de valor. Esos curas de la caja de ahorros no daban hostia en la comunión, sino comisiones. Los ateos no merecen ni tarjeta de crédito. Me pregunto yo que si en vez de intervenir el banco de España, no debería intervenir el Banco Vaticano, o simplemente hacer una colecta de cepillos de toda la diócesis, vender los retablos de sus ermitas.

Bueno, ahora va y un cuerno me empuja en la reserva de imágenes y me coloca ante una sensación: la cogida del torero Julio Aparicio vista en televisión, con toda la secuencia es una cogida más, un poco estremecedora, pero no nos levanta del asiento, en cambio un segundo, una instantánea, una foto en el papel o en la pantalla del ordenador, produce terror, pánico. Ese cuerno que sale por la boca del torero después de haber penetrado por debajo de la mandíbula es una imagen congelada que vale más de cien segundos de grabación animada. La técnica digital actual en las cámaras de fotos, los potentes objetivos, el poder disparar sin preocuparse en el carrete nos proporciona este tipo de imágenes, de fotos, inverosímiles, rotundas, definitivas, que revalorizan ese arte, ese instrumento, ese periodismo gráfico. Un segundo es más, a veces, que una hora. Una foto buena se acerca a la verdad no contaminada.

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