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Raimundo Fitero

Con o sin alas

Está claro que hay publicidades estacionales, productos de consumo para cada época, pero siempre deja cavilando el intentar encontrar las razones por las que de repente aparecen anuncios de casi todas las marcas que ofrecen compresas o tampones. Seguro que en los estudios de mercado han detectado que en ciertos momentos del año, se puede incentivar el consumo de alguno de estos productos que, dicho sea de paso, parecen estar renovándose constantemente, o al menos en cada temporada de anuncios plantean nuevos objetivos ya sea por la sencillez de su utilización como es el de una marca de tampones que vende la presentadora de «Sé lo que hicisteis..» y que simula que en unos segundos se puede colocar, algo que puede llamar a engaño, ya que por muy sencillo que sea el nuevo artilugio algo más se tendrá que hacer.

Los anuncios de estos complementos de higiene estrictamente para mujeres, utilizan unos lenguajes audiovisuales que definen y acotan de manera muy singular las edades o el prototipo de mujer a la que van dirigidos. En la inmensa mayoría de los casos se habla de higiene, pero se une un concepto de libertad, o una idea de estética que condiciona y forma un ideario, un modelo, un canon. Desde aquellos primeros anuncios de los tampones más publicitados que se convirtieron en el paradigma del multiusos, que servía para todo, nadar, montar a caballo y etcétera, hasta las alas, las sin alas, las dobles o triples capas y en los últimos tiempos, una suerte de competición por lo mínimo, por los más pequeños, pero con mayor capacidad de absorción.

¿Existe una publicidad parecida para los varones? Quizás las cremas o los geles de afeitar tengan algo que ver, al menos en lo que significa tender una trampa estética que identifique un cierto canon de belleza masculina con esos productos, o con la manera de rasurarse, y que tiene su máxima demagogia y demencia con una marca de desodorante que parece ser una ducha de feromonas más que un producto para aliviar los olores corporales derivados de la actividad física. También podría entenderse que algunos anuncios de automóviles fuercen este machismo subyacente.

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