La muestra, comisionada por Mikel Lertxundi, expone 45 obras fotográficas realizadas por Tomás de Acillona entre 1932 y 1957, y que muestran paisaje -con intensos celajes y árboles-, bodegón, escena costumbrista -pescadores cosiendo redes, campesinos- y retrato, así como una serie más intimista compuesta de imágenes recogidas en su casa Dilizena de Algorta; por medio del pictorialismo.

Tomás de Acillona, gracias a que, además de afición, disponía de medios y tiempo para ello, se dedicó, a partir de la década de los 20, a la experimentación fotográfica con el procedimiento de la goma bicromatada, que permite manipular la superficie, el color y el contraste de la imagen final.

Lo hizo junto a su amigo el músico Andrés Isasi -la muestra expone también seis fotografías de este último-, quien lo introdujo en dicha técnica, en la que experimentaron durante 7 años, con un parón durante la Guerra del 36, debido a las dificultades de lograr el material necesario. Además, aunque apenas expuso en Euskal Herria, Acillona mostró su obra en Europa, América y Asia.

Tras haber guardado las fotos largos años, sus hijos, presentes ayer en la inauguración, se mostraban orgullosos de ver expuesta la obra de Acillona.

Goma bicromatada

La manipulación manual a la que obliga esta compleja técnica conduce a un estilo fotográfico en el que predomina la calidad artística de la impresión sobre el valor de la imagen del objeto fotografiado. Ésta es la principal característica del movimiento fotográfico conocido como pictorialismo.

Goma bicromatada es el nombre que recibe la emulsión resultante de la goma arábica, a la que se le añaden bicromato de potasio y un pigmento. La emulsión se extiende después sobre un papel no fotográfico, haciéndose sensible a la luz; por lo que se pone en contacto con el negativo y se revela sumergida en agua, logrando un resultado que se asemeja a la pintura al carboncillo.