Rosa Otunbayeva se convirtió ayer en la primera mujer presidenta de Kirguistán y de un país de la postsoviética Comunidad de Estados Independientes. En su discurso de investidura pidió el respaldo de toda el pueblo y apeló al respeto al Estado de Derecho en el país, sacudido hace tres semanas por una ola de violencia que enfrentó a kirguises y uzbekos y se saldó con alrededor de 300 muertos, centenares de heridos y cientos de miles de refugiados y desplazados internos.

«Como presidenta, no escatimaré esfuerzos para crear una nueva cultura política en el país, basada en el estricto respeto al Estado de Derecho», declaró ante un millar de personas.

«Esta nueva política no puede ser construida sobre fantasías e ilusiones, debe ser real y efectiva», agregó Otunbayeva, que pidió a todos los miembros del Gobierno que trabajen en esa dirección. Este Ejecutivo tiene una mayoría de miembros del antiguo régimen.

Ex embajadora kirguís en Gran Bretaña, Rosa Otunbayeva fue nombrada presidenta interina tras la revuelta sangrienta que provocó el derrocamiento de su predecesor, Kurmanbek Bakiyev, a principios de abril.

La nueva Constitución, que obtuvo un 90,55% de apoyo en el referendo celebrado el 27 de junio, prevé el establecimiento de un sistema parlamentario en la ex república soviética centroasiática, para evitar la concentración del poder en manos de una sola persona, el presidente.

Además, confirma a Otunbayeva en el cargo para un periodo de transición hasta las elecciones presidenciales de finales de 2011, cuando podrá presentarse candidata al cargo. La presidenta ocupa también el cargo de primera ministra hasta los comicios previstos en octubre.