La de un clavo ardiendo. Ésa es la forma que toma la victoria de la selección española en el Campeonato del Mundo de Fútbol recién clausurado en Sudáfrica. Un clavo ardiendo al que se agarran los mentores del Gobierno de Zapatero en materia económica al asegurar que la «gesta» balompédica logrará, como por arte de magia, mejorar el Producto Interior Bruto y, a la vez, elevar la moral colectiva de la sociedad hasta tal punto que tirará hacia arriba de los principales indicadores de la economía española. Ésa es, en síntesis, la propaganda.

Pero la realidad es muy otra: la que ayer hizo pública la OCDE al revelar los últimos datos del paro en los países considerados como más desarrollados del mundo. Y ahí sí, España gana por goleada con un 19,9% de población desempleada mientras, por ejemplo, Holanda apenas supera el 4,3%. Dobla así la media de la Eurozona (10%) y se aleja aún más de los valores medios de la OCDE (8,6%). Y todo gracias a un mercado laboral en el que brilla con luz propia la precariedad y en el que despedir a los trabajadores es especialmente fácil y barato para empresarios sin escrúpulos.