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Análisis | Puente Bizkaia, 117 años

¿Patrimonio de la Humanidad o de la calamidad?

Este desmedido afán comercial ha ocasionado la importante pérdida de uno de sus principales valores para dicha declaración: su autenticidad. Se ha convertido en un monumento maltratado.

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Iñaki URIARTE Arquitecto

El puente colgante que une Portugalete con Getxo rebasa hoy los 117 años desde su inauguración. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2006, pese a todo, según denuncia el autor, continúa siendo objeto de intervenciones que le restan valor.

Hoy hace 117 años, el 28 de julio de 1893, se inauguró el puente movible para el cruce de la ría de Bilbao entre Portugalete y Las Arenas; es decir, el puente transbordador Bizkaia. Proyectado en 1877 por el arquitecto vasco Alberto de Palacio Elisagüe en colaboración con el constructor francés Ferdinand Arnodín, fue el primero de su género realizado en el mundo. Es la expresión monumental de la gran industrialización de Bizkaia y también una referencia ineludible en cualquier representación plástica de Bilbao y su ría.

El puente es propiedad la Autoridad Portuaria de Bilbao que, en 1995, otorgó mediante concurso la nueva concesión de explotación de su pasaje en la barquilla a la empresa Transbordador de Vizcaya S.L., que anunció una serie de obras de atracción turística camufladas entre los necesitarios trabajos de restauración. El proyecto básico para la mejora de servicios de febrero de 1998 ocultaba las radicales deformaciones y añadidos que se pretendían realizar, incompatibles con su naturaleza de monumento histórico. Amparadas por el nulo interés de los responsables municipales de Getxo y Portugalete y por la inhibición tradicional del Departamento de Cultura de la Diputación y del Gobierno Vasco, se aprobaron unas obras de banalización y turistización. Un proceso que permitió «desgraciar» el monumento, reinaugurándose el 28 de julio de 1999.

Posteriormente, el 30 de enero de 2004 el Ministerio estatal de Educación, Cultura y Deporte, a quien, por ley, estamos sometidos en material cultural de rango internacional, anunció que su gobierno propondría a la Unesco la inclusión del puente en la lista de elementos a ser declarados en 2006 Patrimonio de la Humanidad. Y así fue proclamado el 13 de julio.

El Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco, asesorado por otros organismos consultivos internacionales -ICOMOS, IUCN, ICCROM- estudia los bienes culturales o naturales que, sugeridos por los diferentes estados, puedan merecer tal reconocimiento. Considera que un bien cultural tiene valor universal excepcional para ser incluido en la lista cuando: «1. Responde en su concepción, materiales y ejecución al valor de autenticidad y 2. Goza de protección jurídica y mecanismos de gestión adecuados para asegurar su conservación».

En 1990, la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y quizá alguno más reivindicamos este merecido reconocimiento, aunque en condiciones de dignidad cultural. Ha faltado una reflexión sobre el significado estructural del puente a través del perceptivo y riguroso estudio histórico y constructivo. Los daños causados por tan obra son principalmente la introducción de ascensores por dos de las torres, uno en cada orilla, que han alterado su diafanidad estructural con los raíles, contrapesos, plataformas; la propia vulgar cabina; el caos de cables, cámaras de vigilancia y focos, perdiendo incluso la simetría compositiva de cada pórtico. A esto se añade que las enormes construcciones situadas a ambos lados del paso y en cada orilla rodeando el puente, además de las taquillas y zona de espera, han convertido estos recintos en bazares repletos de bebidas alcohólicas, bocadillos, tabaco, ropa, moda y todo lo susceptible de venderse como souvenir. La errónea utilización en las nuevas construcciones de materiales similares y el mismo color de la obra original contribuyen también a confundir la comprensión de la obra original.

Este desmedido afán comercial ha ocasionado la importante pérdida de uno de sus principales valores para dicha declaración: su autenticidad. Se ha convertido en un monumento maltratado. La intervención realizada ha sido, sin duda alguna, una de las manipulaciones más torpes cometidas en un elemento monumental de esta indudable categoría y ha sido tolerada, cuando no sospechosamente encubierta, por instituciones que debieran salvaguardar el patrimonio cultural del país. Contraviene todas las recomendaciones sobre los valores formales e históricos del monumento, la riqueza de la autenticidad, el concepto de memoria, el de entorno, los problemas del turismo abusivo... recogidas en distintos documentos internacionales, desde la Carta de Venecia de 1964 hasta la de Krakóv de 2000, pasando por las sucesivas recomendaciones de Unesco.

Si el Puente Bizkaia aspira realmente a seguir siendo Patrimonio de la Humanidad, debe ser una condición ineludible encargar a un arquitecto o ingeniero culto y sensible un proyecto de dignificación del monumento y de su entorno, demoliendo todas esas adiciones distorsionadoras y eliminando los síntomas de mercancía turística que lo prostituyen. Exige poder ser comprendido y contemplado íntegramente, sin injustificables alteraciones que lo degraden, en una situación lo más fielmente posible a su estado primigenio.

Ahora los concesionarios responsables de su uso amenazan con otra banalidad. Pretenden frívolamente eliminar el color original -el negro, como otros tantos puentes en el mundo-, por otro dorado de ridículo aspecto jocoso. Ante esta lamentable situación, no queda más remedio -es una obligación ética y un compromiso profesional- que comunicar tal atentado al Word Monument Fond (WMF), entidad radicada en Nueva York que se ocupa de los monumentos abandonados o maltratados en el mundo. Asimismo, habría que redactar un informe y enviarlo a las instituciones implicadas -Eusko Jaurlaritza, Consejo de Patrimonio Histórico, Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco- solicitando que se excluya de la Lista del Patrimonio de la Humanidad.

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