El encuentro entre los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Colombia, Juan Manuel Santos, celebrado en Santa Marta, lugar en el que falleció hace 180 años el general Simón Bolívar en la que fue su última residencia de Villa San Pedro Alejandrino, y bajo el retrato del liberador de ambos países, fue un acontecimiento de gran significado simbólico y trascendencia política. Se recomponían así las relaciones diplomáticas bilaterales rotas tras la denuncia del ex presidente colombiano Uribe ante la OEA sobre el supuesto cobijo y apoyo de Venezuela a las guerrillas colombianas. Relaciones diplomáticas rotas hasta en tres ocasiones, bien por la instalación de siete bases militares norteamericanas en suelo colombiano, bien por el bombardeo e incursión militar en territorio ecuatoriano contra un campamento de las FARC en el que murió Raúl Reyes, uno de sus máximos líderes cuando, conviene recordar, Santos era ministro de Defensa. Con la revolución bolivariana de fondo y las guerrillas y el narcotráfico como excusa, Colombia no ha parado de sacar a pasear el espectro del «villano Chávez» y, así, enrarecer y tensionar unas relaciones que han estado en la cuerda floja y que ahora parecen recomponerse.

El encuentro es un buen augurio y una señal ciertamente positiva de cara al total restablecimiento de un diálogo directo y transparente, y de la recuperación de los mercados naturales y el comercio bilateral gravemente dañados durante estos años. Su significado implica la desactivación de la apuesta guerrerista promovida por Uribe y su alineamiento con los sectores más neoconservadores e intervencionistas norteamericanos. Y sobre todo avanza en la profundización de la diplomacia, la integración y la cooperación, referenciando la alianza latinoamericana de UNASUR como marco para vehiculizar las relaciones y resolver conflictos. Además proyecta sobre un mundo cada día más multipolar, con una superpotencia en declive, el ideal de una latinoamérica unida, que influya y marque tendencias.

El de anteayer fue, sin duda, un buen día para la idea libertadora de comunión y cooperación entre los pueblos latinoamericanos de Simón Bolívar.