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Nuevo cambio en la iglesia vasca

La designación de Iceta sigue la senda marcada con Munilla

Mario Iceta ya es oficialmente obispo de Bilbo. La designación se había pospuesto ante las críticas, privadas y públicas, de quienes recuerdan que es un desconocido y cuestionan su perfil. El Vaticano la anunció ayer, en pleno agosto.

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GARA | DONOSTIA

Mario Iceta Gavicagogeascoa, nacido en Gernika pero que sólo lleva dieciocho meses en la diócesis de Bilbo, fue designado ayer por El Vaticano como prelado de la capital vizcaina. Nadie dudaba de que así sería desde que la Conferencia Episcopal Española lo hizo desembarcar en Bilbo hace dieciocho meses como número dos y, por tanto, como primer aspirante a la sucesión de Ricardo Blázquez, que fue enviado a Valladolid el pasado marzo. Pero sí llama la atención que la designación se haya dado a conocer en pleno mes de agosto y cuando la atención general en Bilbo está ocupada en sus fiestas.

Aunque a efectos nominales sea el Papa quien designe a cada obispo, la llegada de Iceta es interpretada generalizadamente como otro paso en la campaña de la Conferencia Episcopal Española para estrechar el control sobre la Iglesia en Euskal Herria, a través de obispos de su plena confianza. Se trata, por tanto, de un segundo capítulo de la secuencia que se inició en Gipuzkoa con el relevo de Juan María Uriarte por José Ignacio Munilla y que ha motivado una intensa polémica en ese herrialde.

La designación de Iceta también promete ser agitada, pese a haberse escalonado en el tiempo, con lo que se ha amortiguado su impacto. Hay que recordar que ya su aterrizaje como obispo auxiliar, en febrero de 2009, ocasionó críticas públicas y privadas.

No han sido escuchados

Una de las expresiones más relevantes fue la carta suscrita por 677 miembros de la diócesis de Bilbo -laicos, religiosos y curas- en la que reclamaban que se consultara a la diócesis sobre el nombramiento del nuevo obispo. Esta misiva fue remitida directamente al Nuncio en el Estado español, monseñor Renzo Frattini.

Uno de sus portavoces es Javier Oñate, director del Instituto de Teología de la Diócesis de Bilbo, que reiteró ayer en declaraciones a Europa Press que «no se nos ha tenido en cuenta» y las consultas realizadas han sido «individuales y secretas».

Oñate indicó que «no tiene mucho sentido» hablar de si Iceta es o no una persona adecuada cuando ya ha sido nombrado. Matizó que están dispuestos a colaborar con él, pero que «tiene que dar esa oportunidad». Y también de cara al futuro, recalcó que es necesario que sea un obispo que «tenga en cuenta las opciones fundamentales de nuestra diócesis, su trayectoria histórica y también la opinión de todos. Es clave la participación de todos».

Dimisiones a su llegada

La llegada de Iceta, que había hecho toda su carrera eclesiástica en Córdoba, como obispo auxiliar de Bilbo en 2008 provocó otros movimientos de disconformidad aún más graves, como la dimisión del secretario general del Consejo Pastoral Diocesano, Bittor Uranga, y la protesta pública de los cinco miembros de la Comisión Permanente del Consejo Presbiterio y de nueve del Comité Ejecutivo del Consejo Pastoral Diocesana. Se quejaban no sólo de no haber sido escuchados, sino «ni tan siquiera informados» por el Vaticano.

En su carta de dimisión, recogida por GARA el 29 de marzo de 2009, Bittor Uranga exponía que «no tengo nada que decir de este hombre que viene a nosotros como obispo, ya que es un perfecto desconocido para casi todo el mundo en Bizkaia. Sin embargo, no me parece un buen comienzo de un vizcaino que no ha estado aquí en el seminario, ni ha ejercido como presbítero en esta Iglesia local siquiera, y sin embargo venga a Bizkaia como obispo, es decir, con mando». En su opinión, por tanto, la decisión de Roma «nos ha desautorizado a todos, a los curas y a quienes no lo somos».

Estas tensiones hicieron que la designación de Iceta como obispo titular se haya ido posponiendo en el tiempo, incluso después de que en marzo se confirmara el traslado a Valladolid del anterior prelado, Ricardo Blázquez. Aunque ya por aquellas fechas estaba cantado que no había otro candidato a la sucesión que Mario Iceta, la Conferencia Episcopal Española y el Vaticano optaron por darse unos meses más de plazo. Fuentes de la Iglesia vizcaina argumentaron entonces que «no hay seguridad de que no se vuelvan a encender los rescoldos de la polémica que se vivió en la primavera de 2008 con su llegada (...) La situación en Gipuzkoa, donde hay de facto dos comunidades, invita a esperar».

Iceta: «Amo a esta Iglesia»

Consciente de los recelos que despierta tanto por su ideología como por su trayectoria ajena a Euskal Herria, en su primer saludo el obispo electo puso énfasis ayer en proclamar que «amo a esta querida Iglesia particular de Bilbao y me consagro enteramente a su servicio».

La toma de posesión tendrá lugar en la catedral de Santiago a las 12.00 del mediodía del 11 de octubre, festividad de la Virgen de Begoña, patrona de la diócesis.

Iceta afirma ser consciente de sus «limitaciones y debilidades» y señala que se presenta ante la diócesis «como soy».

Asimismo, Iceta mostró su agradecimiento a sus predecesores, en concreto a Ricardo Blázquez, de quien recibió su ordenación episcopal y con quien colaboró en el servicio pastoral de la diócesis, y a Karmelo Etxenagusia, que le precedió como obispo auxiliar.

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, afirmó de Iceta que «es un hombre muy valioso y muy bien preparado, que podrá servir a la gran diócesis de Bilbao con plena competencia».

En Bilbo, la muestra de satisfacción más elocuente fue expresada por la Hermandad de Begoña, formada por más de 350 cofrades, que calificó la elección de Iceta como «un regalo del cielo». Agregó que el nuevo obispo «nos tiene a su servicio para cuanto nos necesite, al igual que a toda la diócesis».

polémicas

Ya tras su llegada a la diócesis en 2009 hubo protestas, como la carta al Nuncio de 677 miembros por no haber sido consultados o las dimisiones de Bittor Uranga y otros representantes en diversos órganos.

Biografía: Gernika, Iruñea y Córdoba

 

Nacimiento. En Gernika el 21 de marzo de 1965, lo que le convierte en el obispo más joven. Sólo tiene 45 años.

Estudios. Cursó Medicina en la Universidad de Navarra. Se doctoró en 1995.

Sacerdote. Fue ordenado en 1994 en la catedral de Córdoba, ciudad en la que se asentó. No pasó a la diócesis de Bilbo hasta 2009.

Estudios religiosos. Llegó a doctor en Teología por el Instituto Pontificio Juan Pablo II en 2002, con una tesis sobre «moral fundamental».

Otras Cosas. Máster en Economía por la Fundación Universidad Empresa de Madrid, pertenece a la Real Academia de Córdoba y fundó la Sociedad Andaluza de Investigación Bioética.

La tesis doctoral contra la eutanasia de un obispo al que se vincula al Opus Dei

Mario Iceta ha negado los rumores que le sitúan como miembro del Opus Dei, aunque su proximidad ideológica resulta notoria. También la física, ya que estudió Medicina y Cirugía en la Universidad de Navarra, donde se doctoró con una tesis que repasaba conceptos como la aplicación de la medicina paliativa, el testamento vital o la eutanasia, y que puede servir como ejemplo de su pensamiento. La bioética es su especialidad; el nuevo obispo de Bilbo incluso ha creado una revista especializada sobre el tema.

La tesis fue elaborada en Iruñea en 1995, cuando Iceta tenía 30 años. Se titula ``El concepto médico de futilidad y su aplicación clínica'', y en ella el gernikarra -ya ordenado sacerdote para entonces- repasa un dilema tan viejo como la medicina: en qué casos debe el médico actuar o abstenerse cuando se trata de enfermos en situación desesperada o directamente terminal.

A la hora de «establecer objetivamente el coeficiente beneficio/riesgo», el ahora obispo critica que se primen conceptos como la «calidad de vida». Lo hace con estas palabras: «Debe defenderse siempre el valor intrínseco que posee toda vida humana, independientemente de cualquier limitación producida por la enfermedad. Por eso, la utilización del término `calidad de vida' puede resultar perjudicial al establecer una graduación entre diversos pacientes según su `calidad de vida'. Esta idea puede inducirnos a pensar que individuos con poca calidad de vida poseen menos valor y dignidad que los individuos sanos».

La tesis acude a algunos ejemplos concretos que reflejan los problemas médicos y morales subyacentes en estos casos. Iceta cita por ejemplo el de Elisabeth Bouvia (1986). Lo resume así: «Paciente de 26 años que padece parálisis cerebral. Tiene paralizados todos sus miembros salvo la mano derecha y sus músculos faciales (...) Hace poco tiempo su marido la ha abandonado, ha sido despedida del colegio donde trabajaba y ha perdido la asistencia que el Estado le prestaba para el transporte (...) Solicitó su admisión en el hospital para alejarse de amigos y familiares. Una vez ingresada, rehusó alimentarse. El médico que la atendía le obligaba a comer (...) El juez falló a favor del equipo médico: `La alimentación forzada, aunque invasiva, debía ser administrada con el propósito de salvar la vida de un paciente no terminal. No hay otra opción razonable'». Tras resumirlo, el doctor Mario Iceta saluda este desenlace porque «si se fallase a favor de Elisabeth, se abrirían las puertas al suicidio dentro de los hopitales y tendría efectos devastadores no sólo en los profesionales de la sanidad, sino también de los pacientes que se encuentran en situación parecida».

En general, Mario Iceta plantea que en los casos más límite, «ante la duda de saber si existen más beneficios que inconvenientes o viceversa» a la hora de aplicar un tratamiento a un caso terminal, «debe optarse siempre por la vida, pues de esta forma se defiende mejor la dignidad del ser humano».

En esta misma línea, la tesis cuestiona también fórmulas como el testamento vital, al considerar que «si bien pueden ayudar en cierto modo a conocer algunas preferencias de los pacientes, no son instrumentos eficaces». Ramón SOLA

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