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CRÓNICA Ligoteo y karaoke

Los bilbainos no necesitan cursillos para aprender a ligar; ya está todo dicho

Muchas son las actividades que se organizan en Aste Nagusia, como conciertos, cucaña, pesca, teatro, comidas populares o concursos gastronómicos. Pero para este año había un acto que, para pocos o para muchos, era interesante: para aprender o para reír.

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Janire MENDIETA

El taller de ligoteo estaba previsto para las 18.00 al lado del Arriaga. Sin embargo, y dejando claro que los mitos sólo son eso, mitos, no hubo función. Parece ser que los vascos ya saben ligar y esas típicas frases que todos los bilbainos han empleado alguna vez ya no se usan. Ejemplos de esas perlas son «¿estudias o trabajas?», «¿vienes mucho por aquí?» o «¡estás muy guapa esta noche!».

También en esa zona, la comparsa Pa...ya! preparó un karaoke algo peculiar. Sus dos presentadoras, con pelo morado y rosa y vestidos curiosos, «criticaban» a los bilbainos cerrados y que no sabían «perrear». Por eso, decían ellas, «es difícil ligar en Euskadi .

Subiendo la temperatura

Muchos de los participantes del karaoke «cantaban» canciones protesta que algunas señoras bailaban y tarareaban con un típico «la, la, la», demostrando su destreza a la hora de entrar en el ambiente de los jóvenes que allí se congregaban.

Cantantes de Ugao, que eran presentados bromeando como «los de guau», consiguieron que el karaoke, que empezó un poco frío, se fuera calentando. La fórmula, sencilla. Canciones de los años noventa del grupo Hemendik at! Así consiguieron encender la tarde y poner a los asistentes a bailar y cantar juntos. Todos los concursantes contentos, al bajar, comentaban su coreografía.

Este buen ritmo invitó a una cuadrilla de Kaskagorri, con unas diez personas, presentados como kaskasintecho, a subir al escenario. Éstos también lograron animar al público con la canción «Xalala! Riki riki!», que todos, niños y mayores, bailaron con un sonrisa en la boca.

Todo el que por allí pasaba se quedaba un rato para ver las artes escénicas de sus vecinos o para bailar al son de la música. El «coche» de la comparsa Pa...ya tampoco pasó desapercibido. El color azul del carro de la limpieza llamaba la atención de los que tenía cerca.

Al otro lado del puente del Arenal la gente se empezaba a sentarse en las escaleras de la plaza al ver que los técnicos preparaban un escenario y aparecían unos malabaristas que hacían las delicias de los más pequeños. Pero más tarde, los malabares se convirtieron en acordeones y timbales, con unos dueños muy rubios con poca pinta de ser bilbainos.

En el Arenal, paseando por los caminos creados por los puestos, los niños iban a Aixe-Berri, ya que querían que el mago Zaki les dejara con la boca abierta con sus trucos de magia.

Y así fue. Zaki bromeaba con sus «grandes» ayudantes, cuando trataban de atar una cuerda que estaba trucada; «es importante acabar el mismo día que empezamos», se divertía. Y cuando una niña soplaba para que el nudo de deshiciera, «sopla, no me escupas» se reía.

Viaje a Cuba

Todo fueron voluntarios cuando Zaki pidió ayuda a tres niños y tres niñas que tendrían un premio asegurado. El juego era fácil. De una bolsa cada participante sacaba una pelota hasta que todos, incluido el mago, tuvieran una. En una de ellas había un viaje a Cuba que todos querían, aunque no sabían dónde estaba. Los primeros cinco niños abrieron su pelota, pero sólo encontraron dos globos.

Cuando el sexto niño muy contento abrió su pelota, encontró lo mismo que los anteriores para su sorpresa. Entonces, dos niños hicieron a Zaki abrir la suya, en la que había veinte euros.

En ese momento, preguntó haber quien los quería a lo que todos los presentes levantaron el brazo. «Yo también los quiero que la crisis es para todos» sentenció entonces Zaki.

En el otro lado de la ría, en el Txikigune, muchos niños intentaban pescar el pez más grande del Nervión. Pero no era fácil. Primero tenían que hacer cola para conseguir una de las solicitadas cañas de pescar. Después llegaba el momento esperado. El problema era que tenían que esperar mucho tiempo, y querían ir a los hinchables y juegos que tenían cerca.

Y es que en esa zona había de todo para que los más pequeños se lo pasaran en grande. Los txikis se divertían pintando y dibujando con la ayuda de los monitores. Y los más habilidosos enseñaban su arte con la tabla en un skate-park.

También se veían las populares camisetas en las que se puede leer «I love New York», pero esta vez amando Bilbo. El Guggenheim tampoco pasó desapercibido a la hora de crear estas camisetas promocionales de la villa.

Eran destacables un par de mariachis que paseban por el puente del Arenal y que tendrían una actuación más tarde, pero que llamaban la atención de todo el que pasara a su lado.

Era ya la hora de la merienda cuando un grupo de señoras preparaba sus bocatas de queso en el Arenal. Los más jóvenes, no obstante, preferían llenar los locales de comida rápida y heladerías para que otras personas les hiciera la merienda. Así, las demás tiendas del Casco Viejo y Abando se encontraban vacías.

Día de plante

Por otro lado, ayer ya se empezaba a notar el día del plante de hoy, ya que ayer a las 0.00 iban a empezar a cerrar. Había carteles con mensajes como «Aste Nagusia defendatu» o «Ez dugu etsiko, gora jai herrikoiak».

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