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Maite SOROA | msoroa@gara .net

Ahora, a explicar el último disparate

La última razia judicial-policial, en este caso contra Askapena, se les va a desinflar antes de lo que tenía previsto el Rasputín de turno y, por si acaso, han sacado a pasear a sus comentaristas habituales para justificarlo.

Carlos Carnicero, un veterano en las tareas de justificar las barrabasadas del PSOE en el Gobierno, se desplegaba ayer en varios medios del Estado -entre ellos «Diario de León»- para explicar que «la policía española le ha dado a ETA en uno de los sitios que más le puede doler en este momento, en su aparato de propaganda exterior; su servicio diplomático o Ministerio de Asuntos Exteriores del terror». Exactamente lo mismo que dijeron cuando Xaki.

A partir de ahí se trata de preparar la siguiente andanada. Lean y extraigan conclusiones: «La estrategia de ETA en este momento consiste en ir dando pasos en la dirección de que su anunciada tregua indefinida tenga respaldo internacional para provocar una escisión en la unidad de los demócratas, en la que vuelvan a surgir voces admitiendo que la tregua es suficiente para abrir una negociación. Ese es el papel de los llamados `mediadores internacionales' que pretenden constituirse en verificadores del alto el fuego y a continuación pedir que el Gobierno español se siente con Batasuna y con ETA para analizar la situación de lo que ellos llaman conflicto político». Ya ha empezado a mezclar a las FARC colombianas con el proceso en Euskal Herria y a Mandela, Currin y compañía con el Mono Jojoy.

Y para completar el cuadro explicativo del disparate, insiste: «El empeño que tienen algunas personalidades en que la negociación se realice tiene que ver con el éxito del departamento de relaciones exteriores de ETA que ha conseguido hacer cuajar en determinados ambientes internacionales que en Euskadi existe un problema sin solución a partir de la Constitución y del Estatuto de Autonomía, de forma que una negociación con ETA sería imprescindible para solucionar esos supuestos déficit políticos. La importancia de negarse a cualquier tipo de conversación sin que ETA esté disuelta es capital, porque de lo contrario se produciría una legitimación indirecta de la existencia de ETA». Y si se disuelve, ¿con quien van a conversar?

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