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La cirujía que devolvió la sonrisa a Oier

Este viernes visita Euskal Herria un cirujano discípulo del doctor ruso Ulzibat, padre de la técnica que lleva su nombre y a la que tantos menores con lesiones cerebrales graves se han sometido para mejorar su calidad de vida. Como Oier.

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Joseba VIVANCO

Oier devuelve nuestra educada sonrisa con otra mucho más sincera. «Le gusta que le hagan caso», intercede en ese cruce de miradas Feli Oregi, su amatxu. Precisamente eso, caso, es parte de lo que reclaman familias como ésta del barrio Sagar Erreka de Soraluze. Aún no es mediodía y al sol le cuesta calentar, incluso en lo alto de estos valles, como en el caserío Eitzako Etxetxo. Mientras Oier protesta por la mala postura en su silla de ruedas, la amona termina de dar el desayuno al pequeño Beñat. Entretanto, Feli atiende una de las llamadas que recibe esta semana por la visita a Euskal Herria de uno de los escasos cinco cirujanos que en todo el mundo practican la técnica quirúrgica del doctor ruso Ulzibat, el mismo que hace tiempo logró mejorar la calidad de vida del joven Oier, hoy de 11 años.

Con apenas 22 meses cayó dentro del lavadero situado frente al caserío. «No sabemos cómo ni cuánto tiempo estuvo bajo el agua», cuenta su madre. Al hospital de Mendaro llegó prácticamente muerto. «Le hicieron lo que llaman resucitación y consiguieron recuperarle el pulso, la actividad de los órganos del cuerpo, aunque no sabían si había actividad cerebral», prosigue. La hubo, pero Oier salió semanas después con una lesión cerebral muy severa. «Era casi un vegetal», reconoce. «Y para casa».

Los días, las semanas siguientes fueron un «no te lo crees», pero también un apoyo de conocidos y allegados haciéndoles llegar tratamientos que podrían ayudar el pequeño. «Y un día, viendo ``Bertatik bertara'', salió una mujer de Arbizu hablando de cómo había ido a Tula (Rusia), donde habían operado a su hija a la que le había ido muy bien. Era para niños con espasticidad, es decir, rigidez muscular», detalla. Lo de Oier era lesión cerebral, pero su cuerpo era como una roca.

Era principios de 2003. La familia de Oier se movió rápido y deprisa, llamó aquí y allá, fue incluso a visitar a una niña a Gerona con un caso parecido al suyo y cuya intervención en Tula había mejorado su calidad de vida. En abril, se embarcaron para «la odisea de Tula» tras pedir cita. «Íbamos una docena de familias desde Madrid, pero el avión que venía de allí traía otras tantas», recuerda.

Cuatro intervenciones en Rusia

El destino era la clínica del doctor Valeri Borisovich Ulziba, el nombre del cirujano investigador y precursor de la técnica denominada fibrotomía gradual por etapas, la cual aplicó por primera vez en 1985 y por la que han pasado desde entonces miles de pacientes, muchos de ellos menores con lesión cerebral o parálisis cerebral que cursan con espasticidad y contracturas.

Se trata de una técnica patentada por él, homologada en Rusia, pero no reconocida, por ejemplo, por la Sanidad española, por lo que la comunidad médica en general no la avala y, por lo que han constatado muchas familias como ésta de Soraluze, ni siquiera la recomiendan a sus pacientes. «Nos tenemos que enterar por nosotros mismos, hablando entre nosotros, de que hay alternativas que pueden mejorar la existencia de nuestros hijos», se queja Feli. «Y no hablamos de curas milagrosas ni de medicina alternativa, hablamos de la realidad de muchas familias», insiste.

La clave del método es el microfibrotom, un afilado bisturí de acero concebido por el doctor Ulzibat, que detecta, ensarta y secciona con un pinchazo las rígidas contracturas locales que traban los músculos de los pacientes. De él se pueden beneficiar afectados por parálisis cerebral, fibromialgia, hemiplejia, displejia, fascitis plantar, dolor muscular o miofascial crónico, tunel carpiano...

El propio Ulzibat operó por dos veces en seis meses al pequeño Oier, que en total ha acudido en cuatro ocasiones a Tula, la última en 2005. «Posturalmente, estaba peor que ahora, las piernas era muy difícil separárselas, la cabeza echada para atrás completamente sin poder sujetarla, ni sonreía, no podía hacer cacas, tenía continuas flemas y no podía toser, con lo que había que aspirárselas, dormía sólo unas horas cuando ya no podía más....», detalla Feli. Hoy, todo eso quedó atrás. La mejora de su calidad vida tras aquellas intervenciones ha dado un salto cualitativo. «Le gusta mucho comer, sonreir a la gente, ir a la piscina, incluso monta a caballo una vez por semana», relata como quien aún no se lo cree. «Lleva dos años sin pasar por el pediatra», insiste.

Ejemplos como el suyo es el que quiere aprovechar para mostrar este viernes, a las 19.30, en el cine de Soraluze, a donde acude por primera vez a Euskal Herria uno de los cinco discípulos del fallecido en 2004 doctor Ulzibat. Se trata del cirujano Alexey Repetunov, que habitualmente aplica esta técnica en Madrid desde hace unos pocos años. «Nosotros teníamos que ir a Guadalajara a pasar consulta y a Rusia a las operaciones. Ahora, te lo traen aquí a casa y operan en Madrid», dice Feli. En la conferencia se explicará la técnica y se resolverán dudas; el sábado y domingo, el propio doctor pasará consulta previa cita. «Va a venir gente hasta de Zaragoza», asegura. «Somos como peregrinos», se lamenta al despedirse.

 

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