El vigente campeón del Tour, Alberto Contador, defendió su inocencia en una multitudinaria comparecencia celebrada ayer en Pinto. «Es un caso claro de contaminación alimenticia y yo soy la víctima. La UCI (Unión Ciclista Internacional) lo entendió perfectamente. Por ello, el tema se ha tratado de una forma diferente. La UCI está en contacto con el AMA (Agencia Mundial Antidopaje) para ver de una forma científica cómo no cometer un error», explicó el madrileño.

Sólo habían pasado unas horas desde que se filtrara el hallazgo de restos de clembuterol «extremadamente débiles» -según la propia UCI- en un análisis que le realizaron a Contador el 21 de julio, durante la pasada ronda gala. El afectado había sido informado el 24 de agosto.

El clembuterol es una sustancia que se usa en enfermedades respiratorias, como descongestionante y broncodilatador. En ganadería, se han aprovechado sus cualidades anabolizantes para engordar animales arti- ficialmente, una práctica prohibida. La cantidad hallada en la orina del ciclista fue de 50 picogramos (un picogramo es la billonésima parte de un gramo).

Solomillo comprado en Irun

La versión de los hechos ofrecida por Contador arranca el 20 de julio. Mientras él aprovechaba una salida de cadena de Andy Schleck para arañarle 39 segundos y vestirse de amarillo en Bagneres de Luchon, el ex ciclista y ex director José Luis López Cerrón se dirigía hacia Pau, donde los integrantes del pelotón disfrutarían al día siguiente de una jornada de descanso.

López Cerrón, según explicó ayer él mismo, de camino llamó al cocinero del Astana, Paco Olalla, para preguntarle si quería que le llevara algo. «Me pidió un solomillo para los corredores. Yo me encontraba en la autopista cerca de San Sebastián y me salí en Irun. Allí me puse a callejear hasta que encontré una carnicería y compré un solomillo de ternera».

Olalla narró que «José trajo la carne envasada al vacío y unas botellas de vino, yo hice los filetes en el autobús -al parecer, el cocinero del hotel no le dejaba entrar en la cocina- y los corredores kazajos del equipo bajaron antes a cenar y comieron la carne del hotel; estaba tan dura que Vino (Alexandre Vinokourov) casi no la probó y sólo cenó pasta. Después de los kazajos bajaron los españoles, primero Alberto (Contador) y luego Isidro (Nozal) y dijeron que la carne estaba muy tierna y que les encantaba», agregó.

Al día siguiente, jornada de descanso, el ciclista se entrenó por la mañana y después -comentó él mismo- volvió a comer esa carne «porque era muy buena y por las molestias que se había tomado la persona que la compró, para que no se desperdiciara. En la mañana de ese mismo día pasé control sanguíneo y por la tarde, tres horas después de haber consumido esa carne, volví a pasar control, pero de orina».

Es ese control en el que se halló clembuterol. En los días posteriores, la presencia de esa sustancia disminuyó progresivamente hasta desaparecer.

La prudencia por bandera

Las reacciones ante la noticia tuvieron a la prudencia como denominador común. El ciclista está suspendido cautelarmente. La empresa que organiza el Tour, Amaury Sport Organisation, emitió una nota en la que aboga por «esperar a los resultados de análisis complementarios y la decisión definitiva de la UCI». En términos similares se pronunció el equipo con el que tiene contrato para la próxima campaña, Saxo Bank. Se da la circunstancia de que el segundo clasificado del pasado Tour, Andy Schleck, corrió con el maillot de la escuadra danesa.

Desde el ámbito médico, Pedro Manonelles, presidente de la Asociación de Medicina Deportiva española, apuntó que «sin descartar que sea dopaje, algo que determinará la comisión investigadora, al tratarse de una cantidad tan ínfima es posible perfectamente que haya sido por consumo de carne contaminada».

«El clembuterol es un anabolizante y para que cause un efecto real en el rendimiento del deportista requiere dosis mucho más elevadas y un tratamiento continuado, algo que no parece que se dé en este caso», añadió.