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Preparan un vertido controlado para evitar una nueva catástrofe en Hungría

Un vertido controlado es la medida que aplicarán las autoridades húngaras para evitar una nueva fuga de lodos tóxicos al oeste del país, según informó ayer el Ejecutivo de Budapest, que también está levantando un dique para intentar hacer frente a una nueva amenaza. Mientras la empresa propietaria de la balsa que provocó la riada comienza a asumir responsabilidades, aumentan las voces críticas con la gestión del Gobierno de Viktor Orbán.

M. NAGY-A. SÁNCHEZ (EFE) |

Un vertido bajo control en vez de una riada descontrolada: esa es la estrategia con las que las autoridades húngaras tratan de evitar que una nueva fuga de lodos tóxicos tenga los mismos efectos catastróficos que la que el pasado lunes acabó con la vida de siete personas.

Después de varias jornadas de incertidumbre, el Gobierno húngaro comenzó ayer a plantear claramente la situación en torno a la balsa de acumulación de residuos tóxicos de Ajka, tras dar prácticamente por seguro que los muros se desplomarán.

«Lo que esperamos, de acuerdo con las estimaciones de los expertos, es que esos muros dañados van a desmoronarse», indicó ayer a la prensa Zoltán Illés, secretario de Estado de Medio Ambiente.

Illés dijo que no es posible saber cuándo va a producirse ese desplome de los muros norte y oeste, en los que ya hay una fisura de quince metros de ancho y numerosas grietas menores.

«Meses o semanas», dijo Illés a los medios que le acompañaron a inspeccionar la balsa dañada. Antes de eso, hoy mismo, se espera que esté concluido el dique de contención que se está levantando a marchas forzadas.

Dique de contención

Con 600 metros de largo, 25 de ancho y unos cinco de altura, el muro estará compuesto de 40.000 toneladas de rocas y tierra, y se espera que sea suficiente para contener y desviar una segunda riada de lodos hacia tierras ya contaminadas.

Desde el Gobierno se insiste en que esta obra es sólo una medida de precaución ya que, en palabra de Illés, «no llegaría a ser alcanzado por una hipotética segunda ola [de lodos], que se movería más lentamente porque estaría más seca».

El responsable de Medio Ambiente se refirió así al hecho de que los lodos tóxicos que quedan en la balsa dañada son mucho más densos, al haber perdido la mayoría de la superficie líquida que cubría el fango tóxico y que es lo que se vertió el pasado lunes.

«La gente no corre ningún peligro en absoluto», aseguró Illés.

Pese a ello, el responsable de Medio Ambiente no pudo evitar reconocer su «temor» ante el segundo gran peligro que existe: la rotura de una segunda balsa, ubicada junto a la dañada.

Las autoridades consideran que existe el riesgo de que el colapso de la balsa número diez comprometa la estabilidad de la número nueve, en cuyo interior se almacenan 50 millones de metros cúbicos de líquidos y residuos generados en la fabricación de aluminio.

Para reducir este riesgo, las autoridades están bombeando agua desde la balsa nueve hacia otros depósitos, y buscan así reducir la presión sobre las paredes.

En cualquier caso, Illés se mostró confiado en que el muro de contención sería capaz incluso de proteger Kolontár y Devecser, los dos pueblos más cercanos a la balsa y que sufrieron el embate del vertido del pasado lunes.

En Devecser, la Policía pidió a los vecinos el sábado que estuvieran listos para evacuar en caso de urgencia. Kolontár llegó incluso a ser desalojado, aunque algunos de sus habitantes regresaron ayer a sus casas.

Acusan a la empresa

También ayer el Gobierno insistió en cargar la responsabilidad del desastre a la empresa dueña de la balsa, la metalúrgica húngara MAL. «La empresa no construyó muros adicionales, no desarrolló sus actividades correctamente y no cumplió las normas y regulaciones», acusó Illés.

A preguntas de Efe, el secretario de Estado reconoció que su departamento no tiene ni las competencias ni el equipo para realizar inspecciones e indicó que son las autoridades locales las encargadas de esos controles.

«No asumo ninguna responsabilidad en absoluto», explicó.

La ONG WWF-Adena ha denunciado que unas fotos tomadas en junio revelan que ya entonces había filtraciones en la balsa.

Desde la oposición socialdemócrata de Hungría se ha pedido ya la inmediata dimisión de Illés al considerar que con su gestión de la crisis no ha hecho más que generar pánico entre la población.

Por su parte, la compañía metalúrgica, que en un primer momento negó cualquier responsabilidad, pidió ayer oficialmente disculpas y aseguró que compensará por los daños causados «acorde con su responsabilidad».

El primer ministro, el derechista Viktor Orbán, informó el sábado de que se ha abierto una investigación y prometió que «las consecuencias para los responsables de este desastre serán muy graves».

máscaras y gafas

El uso de máscaras y gafas de protección se ha convertido en obligatorio en la región devastada por la inundación de lodo rojo tóxico en el oeste de Hungría, anunciaron las autoridades ayer.

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