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CRÓNICA | PRESENTACIÓN DE «CHINESSE DEMOCRACY»

Guns N' Roses contra el mundo

Guns N' Roses pelea contra el tiempo, contra la industria, contra la prensa y contra sí mismo. El domingo, Donostia fue testigo de un nuevo capítulo de esta lucha. Problemas técnicos retrasaron el evento pero cuando la maquinaria se puso en marcha, sólo quedó rendirse.

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Izkander FERNANDEZ


La épica se escribe a la contra. También en el rock n’ roll. El domingo, bien entrada la tarde, Donostia seguía esperando el escenario completo de Guns N’ Roses. La banda californiana actuó en Madrid el sábado por la noche, GARA estuvo allí, y tuvo problemas logísticos para trasladar toda su parafernalia a Euskal Herria.

Los primeros y sufridores fans que accedieron al Velódromo de Anoeta vieron un escenario inacabado, con una grúa dando los últimos retoques. Un retrato robot perfecto de la problemática que vive la banda de Axl Rose estos días: sin mánager, sin apoyo de su discográfica y con la prensa en contra, la última gran banda del rock n’ roll trata de sacar adelante una epopeya titulada “Chinese Democracy”.

La respuesta donostiarra realmente fue pobre: apenas 5.000 personas daban réplica a la reformada banda de Axl Rose. En Madrid eran el doble. No es cuestión de ser injusto. Un sábado es un sábado. Un domingo, un domingo. Y un domingo malo, lo tiene cualquiera.

Tras el desigual calentamiento de la banda de Sebastian Bach, Guns N’ Roses aparecía en escena sin retraso aparente. Y es que, aunque en la prensa se hicieran incesantes referencias a un posible retraso de la banda, la historia no es para tanto. En el 80% de los conciertos se dan retrasos mayores pero Axl Rose ha perdido demasiado tiempo en esta vida buscando enemigos y parece que serlo, puntúa.

Guns N’ Roses es a día de hoy una banda compacta con un repertorio exquisito. No ya por sus clásicos, capaces de levantar un cementerio, sino por la insistencia con la que defienden su último producto, “Chinese Democracy”, una idea general, más que un proyecto, que servía de excusa para su visita a Donostia pese a que lleva presentándose en directo casi una década. 

Axl Rose y sus Guns N’ Roses sostienen “Chinese Democracy” con una fiereza y una dignidad legendaria. Hasta ocho temas nuevos llovieron en Donostia mezclados con auténticos misiles de rock duro como “Nightrain”, “Nice Boys”, “You Could Be Mine” o “Rocket Queen”. Que alguien repase la importancia que U2, AC/DC o Metallica le dan a sus últimos trabajos, meras excusas para engrosar sus cuentas corrientes. 

Porque Rose, más gordo, más calvo o más equivocado, destila pasión y respeto por su propio trabajo. Así, Rose arrasó en Anoeta, como lo hizo en Madrid, demostrando dosis equiparables de arrojo y convicción. Su garganta, increíblemente intacta, siempre busca sus límites como si fuese el primer día que sube a un escenario. Puede que su físico no responda, pero lo importante, su garganta, hace vibrar como si una tonelada de nápalm arrasase la faz de la tierra. Bien, Donostia tembló y sonrió de felicidad a partes iguales.
Hoy, parte de la prensa, debería recoger el sentir general de las 5.000 almas que presenciaron los últimos acordes de “Paradise City” en Anoeta. En su lugar, posiblemente, recuperarán sus textos de 2006 y hablarán de las trenzas de Axl Rose (no las lleva desde hace tres años) con un cinismo y una falta de profesionalidad galopante.
“Chinese Democracy” puede ser una idea equivocada, puede incluso que sea el mayor error de la historia del rock n’ roll, pero la integridad con la que los actuales Guns N’ Roses defienden lo suyo, resulta ilusionante en los oscuros tiempos que vive la industria discográfica.

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