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CRÓNICA | LA OTRA INDEPENDENCIA

De la historia silenciada a las revoluciones en la América aborigen

Doscientos años después de la primera independencia, la resistencia de más de quinientos años de los pueblos originarios de América, silenciada por la historia oficial, está materializándose en varios procesos sociales revolucionarios. Es la otra independencia, la que busca la verdadera emancipación de sus pueblos y la restitución total de sus derechos.

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Mirari ISASI

Abogado, escritor y poeta, el embajador de Venezuela en el Estado español, Julián Isaías Rodríguez, desveló, invitado por la UPV-EHU, la otra historia de la independencia de la América aborigen, que no latina, un término que rechaza por considerarlo eurocentrista y dejar fuera a los pueblos originarios y africano. Una historia silenciada por la vieja historia oficial de los vencedores y que evidencia que la independencia de la América aborigen es todavía incompleta.

«La historia de esta independencia ha sido distorsionada por quienes nos colonizaron y aún pretenden seguir haciéndolo», aseguró antes de recalcar que la visión de los pueblos originarios no se identifica con la historia oficial a la que «le faltan los capítulos que hoy están escribiendo los pueblos americanos y los procesos sociales» que se están dando en el continente.

La historia real

Entre numerosas anécdotas, repasó la historia real de la conquista de América, un continente desconocido considerado «tierra de nadie» -«lo que despojó a los indígenas del derecho a la tierra y a la autodeterminación»- y en el que encontraron toda clase de minerales y tierras fértiles y vírgenes, para cuya apropiación y explotación implantaron un régimen feudal y la esclavitud.

«Es ese feudalismo y su clase dominante tal vez la causa principal que explica el atraso social y económico de América. La clase feudal dominante sobrevivió a los procesos de independencia y continuó ejerciendo sus privilegios probablemente hasta hace 20 ó 30 años, y es de ella de la que ahora se está liberando nuestra América aborigen», aseguró el diplomático.

La «decisión libertadora» de hace docientos años, que no solucionó las crisis políticas, sociales, económicas ni estructurales, ni tampoco liquidó el régimen feudal ni la esclavitud, benefició, explicó Rodríguez, «a los libertadores y a las élites orgánicamente vinculadas a la visión eurocéntrica, formados en Europa», lo que provocó un brote de «imitaciones y limitaciones de esa emancipación política».

Por eso, se preguntó «qué hubiera sucedido si la independencia hubiera seguido su lógica cultural, natural, americana; qué pasaría si nos permiten desarrollar nuestro modelo de sociedad, con sus errores y aciertos; si nos dejan desahogar la resistencia de nuestros aborígenes con su trayectoria vital, confrontando sometimiento, racismo e imperialismo. ¿Es que no podemos construir nuestro propio socialismo? ¿Estamos condenados al capitalismo que quiere devolvernos a la época colonial?».

Ante esa situación, subrayó que «estamos dispuestos a construir nuestro proyecto social solidario, justo, sin excluidos, en paz, con libertad y soberanía. No vamos a pedir permiso esta vez. Lo vamos a hacer».

Tras defender la Revolución bolivariana, aclaró que su país no pretende «imponer» a nadie su modelo, sino que cada uno deberá resolver sus problemas como lo crea conveniente, pero incidió en que «si somos una sola América podremos resolver los problemas de América», y ahí situó la estrategia integradora del ALBA.

«Tenemos un sueño. Queremos construir ese sueño. Déjennos o ayúdennos a construirlo», concluyó.

 

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