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«Me cuesta llegar, sacar una foto e irme; siento que he robado a alguien»

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Axelle de Russé ı Fotoperiodista

Originaria del Estado francés, la fotoperiodista Axelle de Russé se vio impulsada a la fotografía después de ver las devastadoras imágenes que dejó el tsunami del Océano Índico ocurrido en 2004. El premio Canon a la Mujer Periodista le permitió llevar a cabo «El retorno de las concubinas», expuesta estos días en Gasteiz.

Itziar AMESTOY | GASTEIZ

Dentro «Itinerarios», la colaboración de KREA con Periscopio, se puede conocer el trabajo de Axelle de Russé. Su reciente visita a Gasteiz ha sido triple: sus fotografías son motivo de una muestra en KREA, ha dirigido un taller y ha impartido una conferencia. En uno de sus ratos ha relatado a GARA, en perfecto castellano -resultado de cinco años en Chile- los fundamentos de sus trabajos.

Una visita, la que ha realizado a Gasteiz, muy completa. ¿Cómo valora este planteamiento?

No creía que iba a ser tan intenso. Lo bueno es que, como en el taller, hay intercambio con los alumnos; es muy interesante. Hacen muchas preguntas, se interesan por la fotografía social y conversamos mucho. Me interesaba también conocer cómo está aquí la fotografía.

Para entrar en materia, ¿qué considera usted que hay detrás del amplio término «fotografía social»?

En mi conferencia suelo hablar más de las concubinas. Parto del ejemplo de las concubinas para hablar de la fotografía social en general. Creo que a la gente le gusta más escuchar cosas concretas. En el taller vi que era más complicado hablar de cosas abstractas.

Sigamos el mismo trazado. ¿Cómo se desarrolló «El retorno de las concubinas»?

Hice un viaje a China en el 2005 con mi hermana y una amiga. Siempre trabajo en dúo, yo como fotógrafa y con una periodista. Estuvimos un mes y descubrimos lo que pasaba con las concubinas. Cuando llegamos tratamos de encontrar algunas y, aunque dimos con tres, fue una tarea muy difícil. Es tabú, nadie quiere hablar de esto. Empezamos a hablar con esas chicas, nos contaron cosas de su vida. Después llegó el momento de sacar fotos; me dijeron que sí, que volviera al día siguiente. Cuando volvimos, tocamos el timbre y escuchamos cómo se iban corriendo por la puerta de atrás. Entonces vi que tenía que volver con más tiempo. Presenté la idea, le gustó al premio Canon y me dio una beca para ir.

¿Fue el tiempo el elemento determinante para ganarse la confianza de esa gente?

Llegué con los contactos anteriores, pensando que iba a ser muy rápido y no lo fue. Nadie quería hablar y tuve que empezar de nuevo. Me costó encontrar traductora. No querían hablar de un tema así, incluso me insultaron. Así es la cultura en China, es muy discreta. Con todo el pasado de la guerra con Japón, de Mao-Tse Tung, siempre les enseñaron a no hablar. Al final, encontré una intérprete, que fue increíble. Lo primero fue ir a los lugares donde sabíamos que había concubinas para hablar con ellas.

¿Es visible esta práctica?

Sí, porque llega un hombre muy maduro con una chica muy joven, muy bonita. El contraste es claro. Al principio, cuando sabía que una podía ser, le preguntaba a ver si lo era; me miraba y se iba corriendo. Con una estuvimos mucho tiempo antes que nos dijera que lo era. Otra la encontramos gracias a un blog donde contaba que tuvo un hombre y se enamoró.

Entonces, ¿las concubinas se enamoran de quien les posee?

A veces sí. Lo que entendí es que el amor en China era diferente al que tenemos nosotros. Esa idea de abandonar todo para irse con un hombre no existe si no tiene dinero. Al principio, cuando les escuchaba, pensaba que era superficial, pero no es así. Quieren vivir correctamente, tener una situación estable y dejar la pobreza.

¿Su origen está ligado a la pobreza?

Generalmente vienen de condiciones muy pobres. Además la cultura china es muy diferente. Llegué con un punto de vista occidental. Al final entiendes que quizás dejar todo por un hombre sea una forma de tener un techo para sus hijos.

Cuando llega el momento de retratarlas, ¿cómo se lo toman?

Con la que tenía el blog fue mucho más fácil, porque ya había hablado del tema y le encantaban las fotos. A las chinas les encantan las fotos.

¿Siempre trabaja con traductor?

No siempre, en Gaza o China sí porque no sé el idioma. El traductor, cuando lo necesitas, es la clave del reportaje. En china todo dependía de la relación que tenía la traductora con las concubinas. En este caso, se llevaron muy bien porque ella les trataba con respeto y tranquilidad. Si hubiera sido agresiva, no hubiera sido posible. A veces me decía que alguna cosa no se podía preguntar; me decía que era muy directa y que lo preguntara de otra forma. Hay tradiciones y formas que hay que respetar.

¿Cómo es introducirse e intentar entender un mundo tan diferente?

En China llegó todo de repente. El año pasado hicimos un reportaje sobre el velo integral, el burka. Estuvimos mes y medio investigando. Una mujer nos abrió las puertas de su casa. Tienes que adaptarte. Le preguntamos: «¿Si llega su esposo qué tenemos que hacer?». Nos explicó que no podíamos estar en la misma habitación, que nos teníamos que tapar la cabeza. Al final, el esposo aceptó que estuviéramos todos en la misma pieza, pero con un velo. De repente se levantó para cambiarle el pañal al bebé y yo corrí para hacer la foto. Nos quedamos los dos solos en una habitación, y escuché mucho ruido y movimiento en la casa. Escuché gritos. No se puede estar sola en una sala con un hombre casado. Llegó la esposa y me lo explicó. Todas esas costumbres tienes que respetarlas y adaptarte. Lo aprendí en China y ahora lo hago siempre.

Retomemos, pues, la definición de fotografía social.

Hablar de un problema social, denunciar un problema social, mostrar una realidad social. Yo lo que hago es mostrar la vida cotidiana o la realidad social a través de historias de gente. Encuentro que, a través de la historia de las concubinas, muestro la sociedad china tal como es hoy en día. Es una fotografía de investigación, la constatación es algo y luego hay que ir detrás y averiguar de dónde vienen y todo lo que está alrededor.

¿Tiene nuevos proyectos en mente?

Quiero hacer muchas cosas. El año pasado, por ejemplo, hice muchas cosas, hice muchos reportajes pequeños que no profundizan. Estuve en Gaza, en Sudáfrica, en Haití, pero todo quedó pequeño. Me gustaría de nuevo implicarme en un proyecto largo y con mucho tiempo como el de las concubinas. Quizás sea sobre la pobreza en el Estado francés.

¿Es posible abordar estos temas sin integrarse, desde la lejanía?

Creo que sí, pero yo no puedo. Me siento bien cuando comparto esto con la gente y veo que me consideran como parte del grupo. Me cuesta llegar, sacar una foto e irme. Siento que robé a alguien. En Haití, por ejemplo, llegar y sacar fotos de los niños sin piernas o de las mujeres que perdieron a sus hijos y después irse como sin nada... eso me cuesta mucho.

En su trayectoria dio un paso de trabajos políticos a sociales, ¿va a seguir por este camino?

Lo que pasa con el reportaje social es que emocionalmente te cansa mucho. Está bien hacer un proyecto, luego cortar y empezar con política durante unos meses. Cortar con cosas más livianas. Ahora que la cosa política se está moviendo y que pasan muchas cosas en el Estado francés, quizás siga un poco a los políticos.

 
Lo que de forma natural me toca son las mujeres y sus problemas de integración

En su presentación, «mujer» siempre precede a fotoperiodista, algo que no ocurre con los fotógrafos. ¿Cómo valora este hecho?

Al principio lo tomaba mal. Hablaba con gente y comentábamos: pronto habrá un premio gay de fotoperiodistas. Pensaba en discriminación positiva, pero después ves que somos un 10% las mujeres. Realmente somos muy pocas y creo que está bien dar una posibilidad. Al principio, miraba mis fotos y pensaba: ¿por qué siempre hay mujeres? Me esforcé en hacer cosas generales, pero naturalmente lo que me toca son las mujeres y sus problemas de integración. Ahora lo asumo más.

Sin embargo, el reportaje de las concubinas, ¿hubiera sido posible siendo hombre?

Quizás hubiera sido posible, pero hubiera sido totalmente diferente. Yo era mujer, así que no había una relación de seducción. Si hubiera sido un hombre hubiera sido más duro. No quiero juzgar pero cuando los hombres hacen fotos de prostitución me llama la atención que haya fotos de sexo. Hay más temas. Hace poco hice uno sobre las peluquerías para mujeres con velo. Una musulmana no se puede quitar el velo delante de un hombre. I.A.

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