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Victoria Mendoza Psicoterapeuta

Día de muertos a la mexicana

Tal vez si tomáramos en cuenta que vamos a morir, aprenderíamos a disfrutar mejor de la vida y agradecer mucho más cada momento de nuestra vida

México vive estás fechas de una forma muy peculiar, con una mezcla de creencias y rituales, de ceremonias y festejos que hacen que la muerte sea más llevadera. Desde el 31 de octubre se comienzan a poner ofrendas en casa, donde decoran un altar con flores, fotos, comida y la bebida preferida de nuestros «muertitos». Un día es para quienes mueren de accidente o de forma violenta, suicidios y asesinatos; el siguiente para los que mueren pequeños, siendo niños, incluidos los abortos, y el tercer día todos los que mueren de muerte natural o bien por enfermedad, pero siempre personas mayores.

Los improvisados altares se llenan de ofrendas gastronómicas incluido el mezcal, tequila o la cervecita, tacos, tamales, mole rojo, agua, sal, fruta y mucho pan, sin que falten las velas y las flores. Al tercer día la ofrenda se quita y nos damos un banquete con esa comida compartida con nuestros muertos, brindamos con ellos como si estuvieran sentados con nosotros a la mesa.

Las calles se llenan de puestos de pan y dulces en forma de calaveras y ataúdes, con el nombre de los amigos, porque son obsequios que se dan a los amigos y a la familia. Desde siempre nos acompaña «la catrina», la calavera que canta y baila y compone corridos mexicanos y versos llenos de ironía y gracia, de sarcasmo y auténtico humor mexicano.

Los cementerios se llenas de gente, de flores, hay mariachis y danzantes, rezos, cantos, y vamos con la familia para comer junto a nuestros muertos mientras les vamos poniendo al día de todos los cotilleos del año, quién se casó o se divorció, qué nuevos nacimientos ha habido o cualquier otra novedad que podamos contarles.

La gente cree realmente que nuestros «muertitos» bajan esos tres días a comer y «platicar», hablar con ellos. Creer que nos escuchan, nos aconsejan, nos cuidan, nos consuelan y en ocasiones hasta nos riñen tendrá mucho que ver con hablar con nuestra propia conciencia.

Todo este ritual y festejo del día de muertos hace que la muerte se mire de otra manera. La pérdida es menos dolorosa y tal vez el propio duelo resulta mucho más fácil.

Es interesante conocer cómo vive cada cultura el tema de la muerte, porque nos damos cuenta de que en muchos sitios hay creencias que nada tienen que ver con las nuestras y que, por tanto, la muerte es más difícil de entender y aceptar y el dolor es mucho más difícil de trabajarlo, terapéuticamente hablando. Aquí la gente no quiere oír hablar de la muerte, ni de que uno va a morir, o de que familiares cercanos y queridos van a morir tarde o temprano, y esto hace muy difícil el duelo. Creo que es importante que la gente hable de ello con los hijos o con las parejas de forma más natural, porque es parte de nuestro ciclo vital y es algo con lo que debemos enfrentarnos. Tal vez si tomáramos en cuenta que vamos a morir, aprenderíamos a disfrutar mejor de la vida y agradecer mucho más cada momento de nuestra vida, incluso creo que habría menos tiempo para discutir por tonterías quitando importancia a lo no importante.

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