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El feminismo islámico plantea su «yihad» de género sobre la base de la reinterpretación del Corán

La justicia es uno de los principios básicos de la ética coránica, según los musulmanes, y por ella, en su más amplio sentido, lucha el movimiento feminista islámico. Una batalla por la igualdad en la que es fundamental acabar con la lectura machista del Corán mediante su reinterpretación y que dependerá de las mujeres, aunque las feministas musulmanas consideran importante contar con el apoyo de los hombres.
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Mirari ISASI

Las feministas islámicas, sean de Marruecos, Senegal, Pakistán o Indonesia, o incluso sean musulmanas de Estados Unidos o Gran Bretaña, coinciden en una cosa: el Corán garantiza la igualdad de derechos de hombre y mujeres y ha sido su lectura machista la que les ha privado de ellos. Por eso, el feminismo islámico, como parte del movimiento feminista global, reivindica la igualdad de género y lucha contra el patriarcado, pero, además, exige una reinterpretación del Corán.

En el marco del programa «Mujeres, resistencia y rebeldía», organizado por GITE-IPES, Bilgune Feminista y Askapena, hace unos días la profesora universitaria de Estudios Religiosos Etin Anwar (Indonesia/ EEUU) trató de arrojar luz sobre el movimiento, discurso y práctica feminista articulada dentro del paradigma del Islam y superar así tópicos y estereotipos en torno al feminismo islámico.

Este movimiento que busca la liberación de la mujer musulmana en el seno del Islam defiende que el Corán es un texto precursor de la equidad entre géneros y que no contiene ni un sólo pasaje discriminatorio hacia la mujer. Para demostrarlo, Etin Anwar escogió y leyó durante su conferencia en Bilbo algunos versos coránicos, e insistió en que ninguna de las agresiones y las discriminaciones que se cometen en contra de las mujeres en el mundo musulmán se justifican con el Islam, sino que son fruto de la interpretación reaccionaria, machista e interesada que los hombres han hecho del Corán para mantener sometidas a las mujeres y que los no musulmanes aceptan como única lectura posible.

El problema, por lo tanto, no es el Islam sino quienes hacen las leyes alegando que se basan en él, por eso las feministas islámicas se comprometen a continuar su yihad (guerra santa) de género por la recuperación del mensaje igualitario del Islam, a través de la redefinición de sus valores, y por la libertad de interpretación.

En el mundo musulmán se encuentran feministas seculares, que mantienen que el feminismo islámico no es tal porque la ley islámica es contraria a las mujeres y las musulmanas antifeministas, que creen que el feminismo islámico es «una amenaza» a sus tradiciones y a su religión y que consideran incompatible feminismo e Islam. Entre ambos grupos se sitúa el movimiento feminista islámico, que creen que feminismo e Islam son complementarios ya que ambos persiguen la justicia y el fin de la opresión, y que encuentra en las antifeministas la oposición más frontal a su lucha.

Desvío de atención

Ya sean moderadas o radicales y con sus propios matices, las feministas islámicas basan su lucha en el derecho a la educación de las mujeres y en el acceso al poder político y coinciden en su rechazo a hablar del velo integral y su prohibición, cuestión en la que Occidente ha centrado su atención, por estimar que es una forma de desviar la atención sobre la cuestión de fondo. De hecho, Anwar incidió en que sólo tres de los 6.000 versos del Corán se refieren a esta cuestión.

Etin Anwar, que se cubre la cabeza, defiende que sea cada mujer la que decida su utilización o no y, al respecto, explica que el velo simboliza una cuestión de clase y no de sumisión, es una muestra de fe y un reconocimiento delante del público que da a las mujeres seguridad. «El nuevo feminismo islámico -agrega- interpreta que lleves o no velo, eres una buena musulmana».

Asegura que el feminismo islámico tiene tantas estrategias, políticas y culturas como contextos en los que se desarrolla, ya que la realidad a la que se enfrentan es muy diferentes según a dónde pertenezcan o dónde residan estas mujeres, incluidos los países occidentales. Pero su referencia es el Islam y, en eso coinciden todas, «éste creó a mujeres y hombres como seres espirituales y con capacidad de formar y transformar a través de la justicia», sostiene.

Anwar rechaza la «ayuda» que Occidente pretende brindar a las feministas islámicas a la vista de lo que su intervención en países como Irak o Afganistán ha acarreado a las mujeres e incide en la necesidad de acabar con la criminalización del Islam y pensar en sus seguidores «como personas y no como enemigos».

«El triunfo del feminismo islámico depende de las mujeres musulmanas -concluye Anwar-, pero sin el apoyo de los hombres no se puede conseguir la igualdad». Por el momento, sus logros no son pocos en los ámbitos académico, social y de reinterpretación de la antigua creencia masculina de que la mujer sólo tiene una función reproductora.

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