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Deconstruir la política hecha con las víctimas

Hoy se celebra el proclamado como «Día de la Memoria». Una celebración parcial -que no engloba a todas las víctimas-, exclusiva -convocada por el PSE, el PP y el PNV-, y que persiste en el error de hacer política de la mano de las víctimas, instrumentalizando sentimientos de dolor para condicionar el desarrollo de la política vasca. El evento, por otra parte, revela la necesidad de un nuevo enfoque, diferente y de futuro, de cara a abrir horizontes de solución y reconciliación. Pero una cosa es la necesidad de una política con sensibilidad y portadora de esperanza para las víctimas, y otra muy diferente hacer política con las víctimas para bloquear la superación del conflicto y mantener los intereses y sustentos creados en torno a él.

Una de las grandes aspiraciones de ese modo de proceder -y debe reconocérsele cierto éxito- siempre ha sido la de llevar un contencioso político a parámetros emocionales y morales. Diluir la cuestión nacional de la raíz del problema para presentarlo como un dilema entre «víctimas y verdugos», que obliga a posicionarse entre «lo bueno y lo malo». Las víctimas han sido utilizadas para buscar superioridad política y someter la acumulación de fuerzas. Y ahora que el paso de la política vasca está cambiando, que las tendencias se están revirtiendo y el verdadero problema se está dimensionando en lo político, el haber hecho política de la mano de las víctimas ha generado una cultura y ciertos esquemas de venganza que impiden construir sobre esa base una solución justa y sostenible.

Quienes como Felipe González reconocen que no tienen impedimento moral alguno en hacer volar y descabezar la dirección de ETA homenajearán hoy a Melitón Manzanas. Y el PNV estará presente. Pero ése es ya, además de una política de poca decencia, un esfuerzo fallido. No funciona. El futuro, como explicita el Acuerdo de Gernika, se asentará en el derecho a la verdad, a la justicia y, en la medida de lo posible, a la reparación. Y construir ese futuro exige deconstruir la política que utiliza a las víctimas.

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