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Iñaki LEKUONA Periodista

Estado de mentira

Es curioso ver cómo un Estado como el español, que durante siglos ha mirado con desprecio a Portugal por rechazar ser devorado por el expansionismo castellano, se acaba de sacar una foto fraternal junto al desdeñado vecino ibérico. Y todo por el vil metal. Y todo en vano. Poderoso caballero es don dinero, venga de donde venga, y del fútbol llega mucho. Pero al fútbol también va. Y ahora vendrá desde Rusia con amor, un país mafioso según la inteligencia de los Estados Unidos, país éste de sobrado compromiso con la verdad y cuyo escrupuloso respeto a los derechos humanos es proverbial.

Como España. Una piel de toro extendida al occidente. Un destino universal. Que ya lo dijo Viriato: Hispania, una, grande y libre. Esa es la gran verdad. Tan verdad como el respeto a los derechos humanos. Y quien acuse, es un maldito terrorista. O un maldito amigo de terroristas. Aunque sea de la ONU.

España, esa gran democracia, tan grande que hasta ahora nunca se había ocurrido declarar un Estado de Alarma, aunque todos sepan que nunca se salió de un Estado de excepción. Y no hace falta recordar lo que hace poquitos años advirtió el teniente general José Mena sobre la defensa armada de la unidad de España; ya lo reza el lema de la benemérita: Todo por la Patria. Un todo que da escalofríos. Un todo que resume el respeto a los valores democráticos recogidos en la bienaventurada Constitución.

España es un país de mentira al que Portugal le recuerda lo inevitable, a saber, que no puede retenerse un pueblo por mucho tiempo. En 2018, España no sólo se quedará sin Mundial, también se quedará sin país. Acabaremos saliendo de este Estado que constitucionaliza la mentira.

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