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Raimundo Fitero

¿Por audiencia?

Se ha repetido en todas las cadenas, está en YouTube. El accidente sufrido por un joven concursante de veintitrés años en una de las pruebas del «¿Qué apostamos?» alemán. Su apuesta era saltar cinco automóviles en marcha con sus zancos neumáticos. En vivo con público presente en el plató. Y en el último coche, precisamente conducido por su padre, algo sucede que se toca con el techo, pierde el equilibrio, cae de frente contra el suelo y se queda inerte. Está en estado grave y probablemente quedará con secuelas graves de por vida.

Un accidente, obviamente. Pero una vez sucedido empiezan los rumores y las preguntas. Y como estamos en los tiempos de la doble, triple o cuádruple moral, se empieza a formular, en las propias televisiones, preguntas sobre si todo es lícito para conseguir audiencias. Se sueltan rumores sobre supuestos fallos en la seguridad de la prueba. Todas esas cosas que aparecen haciendo gala de un atrevido sentido del oportunismo. Porque, este tipo de programas, con pruebas físicas, se hacen con todas las garantías de seguridad, pero en cualquier actividad siempre puede producirse el accidente y las causas son muchas, previsibles o no. Y viendo la prueba, el riesgo no era excesivamente grande. O al menos no como para el resultado trágico que tuvo.

Por eso queremos salir no a justificar a nadie, sino a señalar que ese tipo de programa encuentra su audiencia en el riesgo, real o supuesto, en el que se ponen, voluntariamente, con supervisión técnica y legal, los propios concursantes. En este caso había riesgo de accidente, pero otro concursante puede apostar que parte doscientas nueces con el trasero o que se bebe cien sorbetes de panceta en diez minutos. Es el binomio audiencias y fama el que provoca estos espectáculos esperpénticos. Es un ambiente general que pone a la televisión como eje social lo que empuja a que seres anónimos hagan lo que sea para tener sus minutos de gloria. No es solamente un incentivo de búsqueda de audiencias, que también, sino un sistema de valores totalmente absurdo. Y esta fórmula televisiva de entretenimiento ha cosechado audiencias en todos lo lugares del mundo donde se ha emitido.

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