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MANIFESTACIÓN EN BILBO

Paso de gigante en defensa de los derechos de los presos

A llamada de la iniciativa «Egin dezagun urratsa», una demostración de fuerza y compromiso tomó ayer las calles de Bilbo para exigir la repatriación de los presos políticos vascos, dueños de sus derechos. La ciudad se colapsó.

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Maider EIZMENDI | BILBO

Los asistentes a la marcha lo intuían. Muchos apenas pudieron adelantar unos cuantos metros en la marcha y los comentarios acerca lo multitudinaria que estaba resultando la manifestación fueron una constante durante todo el recorrido, tanto dentro como en las aceras. De hecho, miles y miles debieron regresar a sus casas sin presenciar el emotivo acto final, que comenzó con los bertsos de Jon Maia, Xabier Amuriza, Alaia Martin y Arkaitz Estiballes. Supieron poner rima, con maestría, a todas las sensaciones y peticiones de la marcha reivindicativa. Para entonces muchos de los 64.000 asistentes todavía ni siquiera habían alcanzado la Plaza Zabalburu.

Marifeli Etxeandia, hermana del preso José Miguel Etxeandia e integrante de Kukubiltxo, y el periodista de Radio Vitoria Iñaki Olasolo fueron los encargados de dar lectura al comunicado final de la iniciativa «Egin dezagun urratsa», en un acto que el público interrumpió en varias ocasiones para lanzar gritos a favor de los presos.

Etxeandia y Olasolo criticaron duramente la actual política penitenciaria de «carácter puramente represivo» y que se aplica «expresamente al Colectivo de Presos y Presas Políticas Vascas», porque, tal y como afirmaron, «permite la existencia de situaciones extremas que niegan los derechos más elementales». Arropados por los familiares de los presos y presas, que se agolparon en la escalinata del Ayuntamiento, también se refirieron a la política de dispersión que tiene «graves consecuencias» tanto dentro de los muros como fuera, creando, según afirmaron, espacios de impunidad en las prisiones y un grave peligro para los familiares.

A este respecto, recordaron que el mundo ha girado su vista a las largas y cruentas huelgas de hambre protagonizadas por los presos irlandeses o a las brutales torturas y vejaciones protagonizadas por el Ejército americano en Abu Ghraib. «Las y los presos políticos vascos también han sufrido y sufren severas conculcaciones de derechos», por lo que el mundo también debe conocer esta realidad.

Por ello, hicieron hincapié en la necesidad de socializar esta situación en cualquier rincón del planeta, para impulsar así que «pase a ser cuanto antes una fotografía en blanco y negro, una fotografía del pasado, uno de los pasajes más negros de la historia de nuestro pueblo». Tal y como reivindicaron los portavoces de esta iniciativa plural, la política penitenciaria debe situarse en unos «parámetros políticos que posibiliten la resolución democrática del conflicto, ha de estar ajustada a criterios de derecho y encaminada a que las y los presos políticos vascos puedan ser un agente activo en la consecución de un proceso de solución al largo y doloroso conflicto que persiste en Euskal Herria».

Más allá de ello, afirmaron que la democracia tiene que abrirse paso y, con ella, «deben ser superadas las razones que han llevado a que centenares de vascas y vascos estén en la cárcel o en el exilio». Ofrecer una solución democrática al conflicto y superar las consecuencias que ha acarreado, entre ellas, la existencia de presas y presos y exiliados y exiliadas, debe ser, a su entender, una premisa y un objetivo por el que trabajar; porque, «al igual que la solución democrática no es algo que llegará de la noche a la mañana, el regreso de las y los presos tampoco vendrá a través de un varita mágica». «Lo hará -afirmaron los portavoces mirando a las miles y miles de personas apelotanadas enfrente- tras recorrer un camino que la sociedad vasca ha emprendido hoy».

Exigencias urgentes

Es un camino a completar paso a paso. Sin embargo, hay exigencias que no pueden esperar, tales como la puesta en libertar de los presos y presas que han cumplido su condena, de los que han completado tres cuartas partes de la misma, de los que están encarcelados preventivamente o de los que sufren enfermedades graves. Etxeandia y Olasolo también exigieron que se ponga fin a la política de aislamiento y que los presos regresen a Euskal Herria, con plenitud de derechos.

En ese camino, comentaron que no se observan «ni en Madrid ni en París ningún indicador» que haga presuponer cambio alguno. No obstante, ad- virtieron que la imagen que ofrecieron las calles de Bilbo ayer por la tarde son muestra de que la ciudadanía vasca «tiene la capacidad y la fuerza suficiente para que las y los presos políticos sean repatriados dueños de todos sus derechos» y que en ese recorrido la movilización popular, el compromiso políticos y social, la denuncia y la solidaridad serán las herramientas principales.

«Un camino -prosiguieron- que debe ir haciéndose efectivo desde ya, llenando las calles de solidaridad y vaciando las prisiones de exterminio en el marco de un proceso de solución democrática al conflicto político». Incidieron en la importancia de los pequeños gestos, los guiños, las aportaciones de todos y cada uno de los vascos y vascos. Por ello, llamaron a los presentes a colocar las banderolas por la repatriación de los presos y presas en los balcones de sus casas, en sus puestos de trabajo, en las escuelas, en los bares...

También animaron a los asistentes a trasladar la movilización de ayer a pueblos y barrios de manera constante y a tomar las calles los últimos viernes de cada mes, «para que nunca más sea un acto de los allegados, sino un compromiso constante de la ciudadanía de Euskal Herria, de sus agentes y múltiples asociaciones».

La alocución de los portavoces culminó, cómo no, con un sonoro grito: «Euskal preso eta iheslariak etxera!». Un lema que los participantes en la manifestación corearon una y otra vez, incluso antes de partir, cada vez que los familiares de presos -con pañuelos y banderolas- y la gran bandelora que abría la marcha adelantaban su posición para dar cabida a toda esa gente que se estaba reuniendo en las calles adyacentes a la avenida Autonomía.

Fueron ellos, los familiares, los que encabezaron la protesta, los que recabaron los aplausos y los gritos de apoyo, aquellos y aquellas que cada fin de semana realizan miles de kilómetros para reencontrarse con sus familiares y acercarles a través de sus palabras a sus casas y pueblos. Ayer lo volvieron a hacer; con su presencia acercaron a los presos a las calles de Bilbo.

Tras ellos se colocó la pancarta principal en la que se leía: «Eskubide guztiekin, euskal presoak Euskal Herrira!». Iba portada por caras conocidas de diversos ámbitos como la bertsolari Miren Amuriza, la actriz Itziar Ituiño, el vocalista del grupo Cicatriz Natxo Etxebarrieta o el miembro de Salhaketa Cesar Manzano, entre otros.

Detrás se colocaron los representantes políticos y sindicales, entre los que destacaban militantes de la izquierda abertzale como Rufi Etxebarria, Marian Beitialarrangoitia, Jone Goirizelaia, Txelui Moreno o Mariné Pueyo, que portaba anudado en el cuello el pañuelo de Etxerat. Amplia representación hubo también de miembros de Aralar como Aintzane Ezenarro, Patxi Zabaleta o Jon Abril, o de EA, con Pello Urizar a la cabeza. Entre las caras conocidas, también representantes sindicales como Ainhoa Etxaide y Sonia González, de LAB, y Adolfo Muñoz, de ELA; y del mundo de la cultura y el deporte, como el pelotari Oier Zearra por citar un nombre.

Los primeros metros de la manifestación trajeron consigo el estallido de las aceras, desde donde llegaron un sinfín de aplausos y gritos de ánimo a la cabecera que, casi con vértigo, se asomó a la cuesta de una calle Autonomía abarrotada de gente que esperaba entrar en la manifestación.

Fuera desde dentro o fuera desde la acera, en las calles de Bilbo retumbaron constantemente gritos como «Euskal presoak etxera, amnistia osoa!» y «Euskal presoak Euskal Herrira!», los más coreados durante todo el recorrido. Fue después de dejar atrás la plaza Zabalburu cuando en la cabecera se hizo el silencio y de entre los familiares se comenzó a escuchar cada vez con más fuerza: «Zai dago ama, zai aita, zai andre ta lagunak...», mientras hacían hueco a las furgonetas y los conductores que cada semana les acercan a las prisiones.

Los allegados de los presos, con sus banderolas, formaron el escenario del acto final, celebrado ante el Ayuntamiento y en el que tomaron la palabra Mari Feli Etxeandia -hermana de un prisionero enfermo-y el periodista Iñaki Olasolo. En cualquier caso, más de la mitad de los manifestantes no pudieron escuchar sus palabras ni los bertsos que se cantaron en el acto, porque estaban a mucha distancia todavía de esa zona.MINMI

17:00

Contrariamente a lo habitual, media hora antes de la manifestación la zona de Aita Donostia aparece repleta, lo que obliga a los familiares a comenzar a avanzar.

17:39

La pancarta con el lema «Egin dezagun urratsa» comienza a bajar. Miembros de la plataforma «SOS Juanpa» difunden el caso de Juan Pablo Diéguez, preso enfermo.

18:00

En Zabalburu, se incorporan las furgonetas de los voluntarios que acuden a las cárceles cada fin de semana, y que éste han tenido un destino más cómodo: Bilbo.

18:10

El grupo avanza por la calle Hurtado de Amezaga. Tras varios irrintzis que salen del grupo de familiares, la multitud entona a coro el ``Hator, hator etxera''.

18:40

La pancarta de cabeza cruza el puente de acceso al Ayuntamiento de Bilbo, punto final de la manifestación. Detrás quedan 1.800 metros de avenidas abarrotadas.

19:12

Las últimas filas de la manifestación llegan a la Plaza Zabalburu, con una gran foto de Joxe Mari Sagardui, Gatza, el preso más veterano, y una pancarta por la amnistía.

EXILIADOS, JÓVENES...

Los presos no fueron los únicos que recibieron lemas de apoyo. También sonaron con fuerza gritos de «Euskal gazteria aurrera!» o de «Errefuxiatuek Euskadin bizi behar dute».

Doce autobuses de Iruñerria, cinco de Azpeitia, tres de Usurbil...

La magnitud de la movilización ya se intuía teniendo en cuenta el número de autobuses contratados, notablemente superior al de una movilización nacional habitual.

Según datos de los convocantes, desde Iruñerria partieron doce autocares repletos. Desde Gasteiz fueron seis. En Gipuzkoa, se fletaron cinco desde Azpeitia y otros tantos desde la vecina Zarautz. También fueron cinco los desplazados desde Usurbil, una localidad que apenas cuenta con 6.000 habitantes. Desde barrios de Donostia como el Antiguo o Alde Zaharra se montaron dos autobuses, al igual que desde Agurain. Y otro partió esta vez desde Gaubea, también en Araba. Son pequeños detalles que confirman que la manifestación, preparada con mimo en las últimas semanas, obtuvo una gran acogida pueblo a pueblo.

En cualquier caso, la gran mayoría de los manifestantes llegaron en coches -los peajes de la A-8 o la A-68 también hicieron su agosto, al igual que los parkings de Bilbo cercanos al recorrido, llenos a reventar-.

La Guardia Civil se hizo notar entre Zarautz y Orio, con un control que no duró mucho tiempo pero que impidió a algunos familiares de presos llegar con tiempo suficiente a Aita Donostia.

Pastor (PSE) y Urkullu (PNV) coincidieron en pedir que la manifestación conllevara un emplazamiento a ETA

Horas antes del inicio de la manifestación, el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, y el portavoz del PSE, José Antonio Pastor, coincidieron en pedir que la marcha emplazara a ETA. Urkullu quiso recordar que los jelkides también se manifestaron por los presos en 1999, pero no explicó por qué ahora no lo hacen.

En una entrevista a Radio Euskadi, Urkullu recordó que la manifestación es una convocatoria anual y precisó que «bienvenidas serían también manifestaciones en pro de otros derechos que son fundamentales».

Apuntó que el PNV participó en esta marcha «hace trece años, cuando se vivía un proceso como parece que pudiera estar alumbrándose en estos momentos». Se refería a la marcha de enero de 1999, meses después del Acuerdo de Lizarra-Garazi y en pleno alto el fuego de ETA, en la que la delegación jelkide fue encabezada por Xabier Arzalluz. Urkullu citó que su partido «ya ha vivido estos procesos y ha participado en movilizaciones, en manifestaciones, concentraciones en favor de lo que son los derechos que asisten a las personas privadas de libertad», aunque ahora no lo hace.

En la entrevista, el presidente del EBB prefirió centrar su atención en la posibilidad de un pronunciamiento de ETA, ante el que afirmó que, si se abre un nuevo tiempo sin violencia próximamente, «no será gracias a la autodenominada izquierda abertzale, sino que será gracias a que toda la sociedad vasca lo ha venido exigiendo».

José Antonio Pastor (PSE) aseguró por su parte que la manifestación de Bilbo «sería una buena oportunidad para que los convocantes y los asistentes a la misma hagan un llamamiento a quien lo tienen que hacer, es decir, a ETA», para que «ponga fin a su existencia».

En declaraciones a Radio Euskadi, recogidas por Europa Press, aseguró que la marcha «se iba a producir, al menos ésa era la intención de los convocantes, en otro escenario distinto». Según su tesis, los convocantes «están en una situación de un cierto desaire» una vez que «parece que no acaba de llegar ese tan manoseado, tan traído y tan llevado comunicado de ETA».

A su juicio, si el comunicado muestra con claridad que la banda abandona su actividad «tendrían la puerta abierta para jugar en democracia y en política». «Si eso no se produce, la siguen teniendo abierta cuando digan y hagan lo que tienen que decir, lo saben perfectamente», agregó Pastor.

Mientras tanto, el PP puso en escena a varios de sus portavoces para que remarcaran que esa movilización debería haber sido prohibida. Así, el vicesecretario general de Comunicación, Esteban Gonzalez Pons, afirmó que la manifestación equivalía a posicionarse «a favor de los asesinos de ETA, a favor de los maltratadores, de los violadores o de corruptores de menores».

Gonzalez Pons argumentó que «nadie» debería poder manifestarse en el Estado español «a favor de los delincuentes» y recordó que el PP es el único que se ha opuesto a esta manifestación porque piensa que «la única política eficaz contra ETA es la puesta en marcha por los gobiernos de José María Aznar».

La petición de que la marcha fuera prohibida fue llevada a la Audiencia Nacional por colectivos ultras, pero el viernes el juez Santiago Pedraz determinó que no había motivo para ello, pese a lo cual el PP ha insistido en su discurso.

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