GARA > Idatzia > Kultura> Musika

Pocos proyectos peninsulares pueden sonar tan arrebatadores como la oferta de Maika Makovski

Dos trabajos previos presentaron a la mallorquina Maika Makovski como una promesa indie capaz de sentarse en el trono de agua. Varios años después, vuelve con «Maika Makovski» y una corona.

p048_f01_97x104.jpg

Pablo CABEZA | BILBO

Pocos artistas (con o sin pirulí) están a la altura de los dos primeros trabajos de la mallorquina de origen macedonio/andaluz Maika Makovski; y sólo dos o tres (seis o siete si se quiere) pueden llegar al nivel que la vocalista alcanza en su tercer paso por el confesionario. Curiosamente, «Maika Makovski» (Origami Records) no se parece en exceso al pasado, y ni siquiera guarda una línea argumental homogénea. Es como una especie de road movie que no cesa en mostrarnos nuevas imágenes y sucesos inesperados, sin dejar de ser, por contra, la misma película o la misma novela.

Cogidos por la pernera nos tiene «Maika Makovski», un lugar donde cohabitan Lou Reed, Patti Smith, Nick Cave and the Bad Seeds, PJ Harvey... y ella. En realidad, las conexiones no son más que rebotes que uno tiene en la cabeza por la edad, porque lo que propone Maika es suyo y otra vez suyo. Saca graves y medios a su voz y, si la tarde tiene claroscuros, surge un digestivo falsete que lo remodela todo.

En una canción es la chica buena de la película, nos agrada y nos deja como el culito de un niño con los pañales nuevos. Llega «Oh M Ah», y nos arroja a las puertas de la granja de «La matanza de Texas», con Cara de Cuero esperándonos con su motosierra. Las heridas nos las podemos lavar con «Cars that went by», una canción acústica que apuchurra el tiempo y los males mitiga, al menos hasta que llega el blues-rock ácido de «Ruled by mars», que ya la quisiera para sí Pj Harvey.

Somos unos pesados anunciando (o pregonando) que el disco ha sido producido por John Parish (Pj Harvey, M. Ward, Sparklehorse, Giant Sand, Eels...), pero Maika se ha dejado sus ahorros por contar con los consejos y sabiduría de Parish, que se sepa. Por lo demás, lo que cuentan son las composiciones y las ideas, y éstas las portaba la precoz artista desde Barcelona.

«El disco es el cariño de la madre y la furia de mujer. Y me gusta que digas salvajote [se lo mencionamos]. En prensa no se atreven a usar palabras así de espontáneas y majas», apunta Makovski, que ve así las cosas cuando son un poco más folk. «Siempre me ha dado rabia que el folk me sea más fácil de escribir que los temas brutos. Pero a veces me parto de risa al ser consciente de que estoy de cuclillas en la cama muy seria haciendo voces guturales e intentando dar con el sonido de la prehistoria. Al escribir sola, es más fácil hacer canciones que funcionan nada más que con una guitarra, que entrar en el trance necesario para escribir algo al tiempo que te imaginas una sinfonía de instrumentos que harán lo que debe ser».

¿Singular? Sin duda. «Puedo ser hortera en cuanto a gustos, lo único que me diferencia del rancio medio es que lo sé», afirma Maika, autora de un álbum abrumador.

Hoy en Kafe Antzokia de Bilbo con un irundarra

Hace años Maika actuaba con la compañía de un bajista y un batería; ella se defiende con la guitarra (además de pintar). Desde hace tiempo, cuenta con el apoyo de una guitarra delicada, incisiva y cáustica, la del afilado Óscar Benas, de Irun (ex Fermin Muguruza y media docena más de proyectos, además de ser declarado Mejor Guitarra del Villa de Bilbao hace tres años), obligado a trasladarse a Barcelona para buscarse la vida como músico. «Si no engorda con nosotros, sólo engordará con la edad, porque le alimentamos, le alimentamos... Nos saldría más barato un niño tonto que pagar las dietas del delgadito. Ahora, cómo le queremos...». La cita es hoy en Kafe Antzokia de Bilbo, y, además, con Boat Beam como invitadas. Espléndida noche.

P. C.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo