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REPORTAJE

«Valdibocata» evitará que decenas de miles de envoltorios acaben cada año en la basura

La cuenta es sencilla. Si 1.000 escolares emplean cada día un envoltorio para su bocadillo, al cabo de 200 días de clase son 200.000 envoltorios que acaban en la basura. Este enorme despilfarro va a ser evitado en Izarbeibar mediante el repar-to de «valdibocatas», un producto ecológico para ser usado cuantas veces se quiera.

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Iñaki VIGOR

La palabra «valdibocata» viene de la unión de Valdizarbe y bocata, y se trata de un producto para envolver bocadillos, sandwiches, piezas de fruta, galletas y otro tipo de alimentos. Está formado por una cara textil de algodón y poliéster y otra cara de plástico ecológico, reciclable y muy resistente. Además, dispone de un cierre fácil para poder sostener el alimento, adaptándose así a sus dimensiones. El plástico ha sido diseñado especialmente para el contacto con los alimentos, ya que los mantiene frescos y no produce migraciones que puedan alterarlos.

El producto en sí no es novedoso, pero sí su promoción entre los centros escolares y empresas de Izarbeibar. En concreto, la Mancomunidad va a repartir 1.100 «valdibocatas» entre el alumnado de los ocho centros de enseñanza de la zona, con el fin de que adquieran el hábito de su utilización desde la etapa de Infantil y luego la mantengan en Primaria, la ESO, Bachiller e incluso en su vida cotidiana.

El «valdibocata» también se va a hacer extensivo a las empresas de la comarca. Especial relevancia tiene la firma Schneider Electric, ubicada en Gares, ya que cuenta con más de 200 empleados. Si cada uno de ellos utiliza 200 envoltorios al año para sus bocadillos, supone que 40.000 envoltorios acaban anualmente en la basura.

Las direcciones de la Mancomunidad y de esta empresa ya han llegado a un acuerdo de colaboración para introducir el «valdibocata» entre los trabajadores. En esta primera fase también se han incluido los propios empleados de la Mancomunidad, así como la carpintería Hnos. Aldaz Remiro y la empresa NEXO Comunicación.

«Pretendemos evitar cualquier envoltorio, y de forma especial el llamado papel de plata o de aluminio», explica Oskar Rubio, técnico de la Mancomunidad. Además de ser ecológico, higiénico y durable, señala que el «valdibocata» es muy útil para llevarlo no sólo a los centros de enseñanza y de trabajo, sino también de excursión o de viaje.

Este técnico ya ha podido comprobar personalmente otras muchas ventajas de este producto, como que es totalmente lavable, muy fácil de usar, ligero y mantiene los alimentos frescos. «Y también fomenta la cultura de la reutilización y del ahorro de materias primas», añade.

Si el uso de este producto se generaliza al conjunto de estudiantes y trabajadores de Euskal Herria, la reducción de envoltorios desechables, como el papel de aluminio, puede arrojar cifras astronómicas.

La bauxita, cara y poco abundante

El papel de aluminio que se utiliza habitualmente como envoltorio se obtiene de la bauxita, un mineral que no abunda en la naturaleza y cuyo proceso de transformación es altamente contaminante.

Según los datos ofrecidos por Oskar Rubio, para producir una tonelada de aluminio se requieren 4.385 kg de bauxita (óxido de aluminio hidratado), 510 kg de coque, 483 kg de carbonato de sodio anhidro, 163 kg de alquitrán y 119 kg de cal. Además, se precisan otras cantidades variables de metales de aleación, según se use como aluminio rígido o como lámina o papel. En concreto, en este proceso se usan entre 5% y 15% de manganeso, trazas de hierro, silicio, zinc, cromo y cobre o, en su caso, titanio.

 

 

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