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«Mañana seguiremos siendo enemigos, pero los enemigos pueden mostrarse respeto»

La noche del viernes al sábado Iker Moreno y Mikel Llamas pasaron su primera noche en una prisión española, enviados por el juez Fernando Grande-Marlaska. El primero de ellos habría narrado ante ese juez las torturas padecidas durante los días que permaneció detenido en manos de la Guardia Civil: a las amenazas y los golpes se habrían sumado prácticas más «sofisticadas» como «la bolsa» o ser envuelto en goma-espuma para provocar la asfixia. Xabier Beortegi, en libertad, habría confirmado la dureza de lo vivido durante el periodo de incomunicación. Mientras tanto, otros cuatro jóvenes seguían incomunicados en dependencias policiales. Ayer Iñigo González, Gorka Zabala, Jon Patxi Arratibel y Gorka Mayo declararon ante el juez tras agotar éste el periodo legal de incomunicación. Antes de ser enviados a prisión todos ellos -a excepción del último que relató un trato muy duro y largos interrogatorios pero no torturas-, denunciaron los mismos tormentos.

La primera noche de Llamas y Moreno en la cárcel, en TVE1 proyectaban la película «Troya», que rememora los acontecimientos narrados en la «Ilíada» de Homero y en la «Eneida» de Virgilio. En un momento de la película, cuando Príamo, el rey de Troya, hace una incursión en el campamento griego para pedir a Aquiles que le permita recoger el cuerpo de su hijo Héctor y darle sepultura con el honor que merece -Aquiles le ha vencido en combate y ha secuestrado el cuerpo-, Aquiles le recuerda que aunque acceda a su petición mañana seguirá siendo su enemigo. Príamo le responde que él sigue considerándolo su enemigo esa misma noche, «pero incluso los enemigos pueden mostrarse respeto».

Evidentemente, los arrestados no pudieron ver la película. Probablemente tampoco tenían ánimo, por encontrarse en una situación mil y una vez contada por los vascos que han padecido detenciones por causas políticas: impotentes, rabiosos, cansados y doloridos por lo pasado pero con una paradójica sensación de tranquilidad por, aun habiendo perdido la libertad, haber superado ya ese trance. Tampoco la pudieron ver sus familiares, que estaban siendo hostigados por la Policía a las afueras de la Audiencia Nacional.

En todo caso, el pasaje de «Troya» sirve como moraleja de toda esta situación. La tortura y su opuesto, el respeto, son anteriores a la antigua Grecia. El ánimo vengativo que muestra el Estado español con los vascos evidencia que de los clásicos sólo han heredado la tendencia al maltrato y el afán por humillar.

Udalbiltza, el final de una injusticia

Las redadas policiales de esta semana pretendían servir además como cortina de humo para la sentencia en el sumario de Udalbiltza, que absolvía a los electos acusados y desmontaba, en términos muy contundentes, todas y cada una de las motivaciones políticas sobre las que el Ministerio de Interior y Baltasar Garzón construyeron este caso. Un varapalo que, sin embargo, el Gobierno español pretende utilizar como «prueba» de que el Estado de Derecho funciona correctamente. Es decir, violar el principio de que toda acusación debe ser individualizada, enviar a personas electas a la cárcel de manera preventiva basándose en prejuicios ideológicos creados por la Policía, quebrar el funcionamiento normal y legítimo de una institución y embargar sus bienes, intentar eliminar a la disidencia política y la pluralidad identitaria haciendo una interpretación extensiva y regresiva de una ley ad hoc, alargar un proceso que afecta a una veintena de personas durante ocho años, que el Ministerio fiscal mantenga peticiones de cárcel descabelladas sin fundamento ni pruebas hasta el final del juicio... y que una sentencia demuestre todo ello son, según el Gobierno español, la prueba del buen funcionamiento de la Justicia.

Algunas concepciones de la justicia y de la lógica también provienen de la Grecia clásica, como los relatos de «Troya». Tampoco parece que éstas se hayan enraizado en la cultura política española.

Contra la crudeza, firmeza

En este contexto, miles de personas se manifestaron ayer en Iruñea contra las amenazas, en favor de la paz y por los derechos civiles y políticos. Estaban convocados por los firmantes del Acuerdo de Gernika, y su mensaje fue tanto o más claro que los que llegan desde Madrid: las decisiones tomadas por el sector social que quiere un cambio estructural en parámetros de democracia, libertad y justicia para Euskal Herria son estratégicas y firmes. Cada operación política, judicial, policial o simplemente violenta contra esas decisiones sólo logrará unir a más ciudadanos y convencerlos de la viabilidad de la apuesta realizada, así como de la debilidad de un Estado que se niega a aceptar un pulso democrático. Sin olvidar la dimensión personal que estos ataques tienen, el sufrimiento que generan estos actos, el balance de costes políticos ha variado a consecuencia de las decisiones tomadas y del escenario que éstas abren. En ese escenario, el respeto adquiere un nuevo valor. Jugar a la humillación y la venganza no tiene recorrido político y social, no al menos en Euskal Herria.

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