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Homenaje a H.P. Lovecraft

«La sombra prohibida»

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M.I. | DONOSTIA

Se estrena la segunda parte del díptico iniciado con «La herencia Valdemar», que puede pillar despistados a los espectadores que no conozcan el título precedente. El problema es que las dos películas no pueden ser vistas sueltas y, para seguir el hilo, hay que ver ambas una detrás de otra. Un inconveniente que ha jugado en contra de la comercialidad del proyecto, nacido de una arriesgada inversión personal del debutante José Luis Alemán para completar los trece millones de presupuesto, con un rodaje que se alargó más de medio año y que incluía muchas localizaciones, entre las que estaba la antigua estación de ferrocarril de Azpeitia.

Aunque el título de «La herencia Valdemar» alude a Edgar Allan Poe, en realidad es un homenaje a la obra fantástica de H.P. Lovecraft, con referencias concretas a «Los mitos de Cthulhu». Esa base literaria se compagina con un estilo cinematográfico de terror clásico, fiel a la inspiración decimonónica de la ambientación de las secuencias retrospectivas, invocadas desde el presente.

Otro de los tributos contenidos en el proyecto es el que se rinde a la memoria de Paul Naschy, presente en el papel de mayordomo. Paralelamente, José Luis Alemán le ha dedicado un documental titulado «Paul Naschy, el hombre que vio llorar a Frankenstein», completando una visión puramente nostálgica del género, ajena a los efectismos y técnicas de última generación.

 
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