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Maite SOROA

Maneras de ver una huelga general

Ya pasó la huelga general convocada por la mayoría sindical vasca y ayer cada cual dedicó lo mejor de sus esfuerzos a tratar de vender una imagen particular del resultado de la convocatoria. Así, donde unos veían miles de trabajadores en protesta llenando las calles de las cuatro capitales de Hego Euskal Herria, otros veían incidentes y piquetes. Es lo que hay.

En «El Mundo», por ejemplo, no decían ni pío en portada y en páginas interiores titulaban: «La mayoría sindical cierra otra huelga sin movilizar a sus propios trabajadores». A partir de ese aserto, el editorialista sentenciaba: «Las interpretaciones de los sindicatos convocantes sobre el seguimiento de la jornada se convirtieron en el mejor ejemplo de la enorme distancia de esta organizaciones con la realidad». Pues digo yo que estarán más cerca de la realidad los que trabajan todos los días a pie de taller que el editorialista encerrado en su torre de marfil. ¿No les parece?

En «Noticias de Gipuzkoa» abrían portada con el tema y se quedaban entre Pinto y Valdemoro: «Una huelga amplia pero no general». Y en parecidos términos su hermanastra «Deia», que reconocía que «el sector industrial fue el más afectado, sobre todo en Gipuzkoa, con más de tres mil fábricas paradas», lo que no era óbice para que titulara en otro tono: «Huelga sí; general, no».

En «El País» seguían a pies juntillas la doctrina del Gobierno de López y Ares: «Muchos incidentes y pocos huelguistas».

Visto lo visto, cabía esperar el doble lenguaje de «El Correo Español», que titulaba: «Una huelga más parcial que general», aunque en letra pequeña reconocían que «la protesta contra los cambios en el sistema de pensiones obtuvo en Euskadi un seguimiento algo mayor que el cosechado frente a la reforma laboral».

No podía faltar el apunte chirene de «Diario de Navarra», que aseguraba en su editorial que «más allá de discursos, manifestaciones y pintadas, la actividad laboral sólo fue alterada, una vez más, por las acciones violentas de los piquetes. La inmensa mayoría de los trabajadores no secundó un paro de tinte político que a nada conducía. Negar esa evidencia forma parte de una farsa que ya no se cree nadie». Pues en Iruña se reunieron miles de currelas.

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