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Crónica | San Sebastián, mártir polémico

«¡Dejad al Santo en paz!»

Ya lo advirtieron sus comisarios, pero de nada ha servido. Las reacciones en torno a la exposición sobre el mártir Sebastián que actualmente alberga el Kubo-Kutxa del Kursaal no se han hecho esperar. Desde el vicario general de Donostia, Joseba González Zugasti, hasta los visitantes anónimos, todos han querido opinar.

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Oihane LARRETXEA

Con la muestra «San Sebastián, de lo sagrado a lo profano. Un mundo imaginario», sus comisarios, Javier Balda y Fernando Golvano, pretenden, entre otras cosas, «saldar una deuda pendiente» con el mártir y patrón de la capital guipuzcoana, pues hasta ahora en Donostia no se había organizado exposición alguna en torno a su figura. Si al Santo le ha gustado o no el homenaje que se le ha brindado, eso queda por ver; pero desde luego, de lo que no se puede quejar es de la expectación que ha generado su nombre gracias a las versiones más contemporáneas realizadas por artistas internacionales.

Tal y como relató este diario tras la inauguración de la exposición, abundan sobre todo las fotografías «subiditas de tono», algo que, en principio, parece no encajar, pues en el fondo se trata de un tema religioso y, por lo tanto, peliagudo. El caso es que, creyentes o no, desde que se abriera hace ahora diez días se han acercado hasta la sala más de 2.500 personas. Y suma y sigue. Así lo asegura una azafata del Kubo-Kutxa que define el fin de semana pasado como «un no parar».

Y claro, el libro de visitas que se encuentra a la salida de la sala para que cada persona plasme su opinión está que echa humo.

«¡Con la Iglesia topamos!»

Un día más, ayer se acercaron muchos visitantes, personas curiosas que tras observar las obras desde cierta distancia se acercaban después a escasos centímetros para no perder detalle. Así, entre foto y foto, Luisi no se mostró muy convencida «pero no porque toque un tema religioso, sino porque algunas imágenes me resultan demasiado duras». En esa reflexión, se cuestionó por qué la religión resulta intocable. «Al fin y al cabo, esto es arte pero claro, ¡con la Iglesia hemos topado!».

Y la Iglesia topó con la exposición. El vicario general de Donostia, Joseba González Zugasti, visitó la sala recientemente. Gracia, no le hizo ninguna. Con el título “¿No hay nada sagrado?”, González redactó un comunicado en el que comparaba la muerte en 1988 de un monje tibetano llamado Gyalpo a manos de la Policía –mientras encabezaba una manifestación pacífica para conmemorar el cuarenta aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos– con el asaetamiento del joven soldado milanés llamado Sebastián. «Una muestra que expusiera variaciones más o menos artísticas de la muerte violenta de Gyalpo (…) no tendrían cabida en nuestra sociedad democrática. Al menos –matiza el texto–, no hasta que pasen unos años o, a más tardar, algún siglo, cuando los que se acuerden del monje sean ya pocos y, además, se queden callados». Para el vicario, se suceden «indiscriminadamente obras  respetuosas y obras que quiebran ofensivamente el buen gusto».

Pues bien, Sebastián fue condenado a muerte por flagelación hace diecisiete siglos. Es decir, hace bastantes más años de los que menciona González para que una exposición sobre Gyalpo pudiera celebrarse.
No es el único que defiende el nombre del patrón. «Un pueblo que termina por reírse de sus mitos ha caído muy bajo», escribió una persona anónima en el libro. «Poca historia para tanta galería», «Esto es un cachondeo hacia el Santo y la ciudad» o «¡Dejad al Santo en paz!», son algunas de las reflexiones que recoge el cuaderno de  visitas.
Hubo, sin embargo, quien rompió una lanza a favor de los artistas, como Begoña. «Son interpretaciones artísticas, una manera de homenajear a nuestro patrón. ¿Que hay desnudos? Pues sí, pero estamos en el siglo XXI; parece mentira que cosas de este tipo aún susciten polémica».

«Bravo por la exposición –escribió Naty en una página–. Me ha encantado por ser original. Ahora bien, tengo que decir que no me ha gustado ningún Santo porque no hay uno que esté sano: todos tienen cosas clavadas y ‘churretes’ de sangre». Pero, además de felicitar a los organizadores, propuso a quién beatificar. «Para Santa, Chavela Vargas, por enfrentarse al mundo y saltar barreras. Quien sabe si en el fondo las personas mueren por la igualdad».

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