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Crónica | Duelo de debate en la UPNA

Cuando la financiación pública deriva en vigorexia sindical

La Universidad Pública de Navarra celebró ayer la final de su primera liga de debate con un tema polémico: ¿los sindicatos necesitan recibir subvención pública? o, lo que es lo mismo, ¿qué vale más, un sindicato fuerte, pero domesticado o un sindicato más débil, pero peleón?

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Aritz INTXUSTA

Finalmente, la final de la liga de debate universitario de la UPNA no pudo resolver la duda sobre si es bueno o malo que los sindicatos cobren del Estado. Las propias reglas que regían la confrontación de ideas lo impidieron. Se primaba el sofismo. Los alumnos, distribuidos en equipos de cinco, no sabían qué postura les tocaría defender hasta el último momento, cuando se sorteaba quién estaría a favor y quién, en contra. Cada equipo debía prepararse para pelear por una de las dos posiciones. Durante la liguilla y en la final, cada uno de los grupos defendió una cosa y la contraria ante un jurado compuesto por los profesores de la facultad de Derecho, incluido el decano.

Los avances laborales que han conseguido los sindicatos, como la reducción de la jornada laboral a ocho horas o las vacaciones, constituyeron uno de los argumentos de más peso para mantener las subvenciones. Los equipos de debate favorables a la financiación también esgrimieron la idea de que los sindicatos invierten en formación, que el dinero se justifica y se invierte en los trabajadores. Su tercer puntal para apoyar a las centrales fue la asesoría jurídica a los trabajadores.

Los equipos rivales -los que reclamaban que ya basta de alimentar con fondos públicos a las centrales- enarbolaron la bandera de la independencia. La subvención genera clientelismo, estómagos agradecidos y merma combatividad. La segunda baza fue el descontento social: el actual modelo nos ha llevado a rechazar las posturas que mantienen los sindicatos, y ya es hora de que la lucha obrera renueve su combatividad, que se le dote de nuevos aires. La crisis fue el as en la manga de este grupo. Los sindicatos han sido incapaces -dijeron- de plantarle cara a la crisis y mantener las conquistas sociales. El modelo caducó, concluyeron.

«Lo importante era desarrollar una argumentación sólida y luego, saber vender el producto», explica Oscar Orzaiz, uno de los organizadores de esta primera experiencia. Orzaiz destaca que el equipo que finalmente ganó estaba compuesto por novatos. De hecho, la final supuso una gran remontada, porque venció al equipo que había ganado todos los debates de la fase previa. La fórmula para debatir era muy «anglosajona, muy reglada», explica el profesor.

Las normas de la retórica

Había cuatro turnos de intervención, en los que debían participar un mínimo de dos alumnos de cada equipo. Orzaiz, que se encarga también del Grupo de Teatro, remarca también la importancia «del lenguaje gestual, de la habilidad de captar la atención, la entonación, etc..». Al final, todos esos trucos permitieron a Maite Ciérvide, Adrián Elizalde, Uxue García, Ricardo González y Leire Santana, llevarse el ascua a su sardina.

Probablemente, para descubrir si la financiación pública mata o alimenta la capacidad de pelea de las centrales habría que ser capaz de pasar por encima de todos estos detalles, olvidar quién lo dice o cómo lo dice. ¿Los sindicatos necesitan ser fuertes, porque defienden a la ciudadanía de los abusos del capital? ¿La financiación pública puede alimentar a un sindicato hasta hacerlo crecer de forma desproporcionada, hasta convertirlo en un vigoréxico impotente? El debate sigue.

 

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