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La receta de la felicidad y las cualidades de un líder, ingredientes de «Diálogos de cocina»

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O.L. | DONOSTIA

Emociones positivas, sintonía, pertenencia o logros son algunos de los ingredientes que componen la receta de la felicidad, al igual que unas buenas materias primas, bien mezcladas, dan lugar a un plato gastronómico excelente, afirmó ayer el terapeuta Martin Seligman en la segunda y última jornada de «Diálogos de cocina» que se ha celebrado en Donostia.

En su conferencia «Felicidad auténtica», indicó que los terapeutas tradicionales se centran en «aliviar patologías», si bien esto no se traduce en un aumento del bienestar. Aplicado al mundo de la gastronomía, agregó que si en la cocina disponemos de «ingredientes podridos», hay que aspirar a elaborar «un plato que disimule este sabor», en lugar de pretender preparar un plato «delicioso».

Mandar nunca fue fácil

La receta de la felicidad dio paso al tema del liderazgo, algo que los grandes cocineros ponen en práctica cada día. Con «Desarrollo del talento» Luis Huete, profesor de IESE Bussines School, recordó que dirigir no es mandar, sino «enseñar, educar y formar». Por otro lado, destacó que una de las mayores virtudes de un líder es «el autocontrol» porque gana en credibilidad. La reputación es otro aspecto que hay que mimar porque «si te la cargas, no recuperas tu nombre jamás».

Huete, como Seligman, habló de felicidad, algo imprescindible para que el trabajo salga rodado. Para él son seis los elementos que mueven las conductas de las personas en busca de esa felicidad: «la necesidad de tener la situación bajo control, la búsqueda de diversión, destacar entre el grupo, conectar con el resto, el desarrollo personal y el servicio (casi) desinteresado hacia los demás».

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