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Raimundo Fitero

Otro Irak

Hace cuarenta y ocho horas, en las crónicas sobre el conflicto bélico en Libia, se dejaba como coletilla final una excusa: «cuatro periodistas norteamericanos desaparecidos». Todas las cadenas y medios repitieron la noticia sin comprobación alguna. Ni quedaba claro de qué cadena, ni dónde había sucedido, ni cuándo. Pero se iba calentando el ambiente, se iban poniendo sobre el tapete algún motivo más que los pozos de petróleo en Libia para hacer lo que parece inminente: otro Irak. Otra invasión imperialista bendecida, otra acción militar desmesurada para hacerse con el control estratégico de las materias primas, colocar en el Magreb un ejército de ocupación e incendiar el mediterráneo sur. Una jugada perfecta.

Los medios de comunicación nos hemos convertido en cómplices necesarios de casi todas las tropelías. Se está creando una xenofobia de contaminación execrable. La imagen que tenemos de los pueblos de árabes es nefasta, colonialista, y se trata a los sucesos políticos, económicos y sociales de esos pueblos con una desagradable suficiencia etnocéntrica que se convierte en complicidad con todas las barbaridades que se están perpetrando. Por ejemplo: si las fuerzas del orden reprimen en Barheim una algarada popular, se adjetiviza esa acción de una manera absolutamente demencial, hablando de brutal acción, cuando en Bilbao, Albacete, Lyon o Hamburgo, se emplean métodos bastante más contundentes y entonces el tratamiento es de comprensión, cuando no de aplauso.

Ahora mismo uno entiende la gran falacia de la supuesta revolución de Twiter, esos movimientos aparentemente espontáneos en Egipto y Túnez, recuérdese, dos países colindantes con Libia. ¿En qué han quedado esas revoluciones televisivas? ¿Quién gobierna en Egipto? ¿Qué sucede en Túnez? ¿Ha cambiado algo en esos países? El truco a la vista: se estaba preparando esta invasión de Libia. El Consejo de Seguridad vuelve a ser un agente de guerra. Algunos claman hoy. «El pueblo libio recibe con alborozo la decisión de la ONU». Como en Irak. Una vez más ganan los señores de la guerra. Gadafi era hasta ayer uno de los suyos que ha caído en desgracia, por ambicioso.

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