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Elecciones en Finlandia

Los Verdaderos Finlandeses confirman el repunte del populismo en Europa

El auge electoral de los Verdaderos Finlandeses en los comicios del domingo es parte de un avance generalizado de los partidos euroescépticos de extrema derecha en Europa, desde Suecia al Estado francés pasando por Austria, que evidencia una tendencia a encerrarse en sí misma frente a la crisis económica. Su impresionante ascenso complica, no obstante, la formación del nuevo Gobierno en Helsinki que liderará, previsiblemente, el conservador Jyrki Katainen.

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GARA | HELKINSI

La derecha más extrema finlandesa se ha convertido en la tercera fuerza política del país, un logro que se «inscribe en un movimiento de repliegue nacional y populista en Europa que afecta a todos, incluso a los países más ejemplares», destaca el presidente de la Fundación Robert Schuman, Jean-Dominique Giuliani. Sin embargo, su gran avance complica claramente la formación de un nuevo Gobierno finés, cuyas riendas llevará el conservador Jyrki Katainen.

Con su lema «Los finlandeses primero», la formación neopopulista se benefició del debate sobre la inmigración que afecta a Europa, -pese a que en Finlandia sólo el 3,1% de la población es extranjera- para acaparar votos, así como de la crisis económica que afecta a algunos Estados de la Eurozona y que ha forzado al resto a ser solidarios para justificar que Finlandia, considerada favorablemente por las agencias de calificación, rechace el plan de rescate europeo para Portugal, similar al que fue aprobado en el caso de Grecia e Irlanda.

Finlandia es «la prueba de que el euroescepticismo puede ganar y mucho», señala entusiasmado Nigel Farage, presidente del Partido por la Independencia de Gran Bretaña (UKIP), integrante del grupo euroescéptico «Europa, Libertad, Democracia» del Parlamento Europeo.

«Hay motivos para inquietarse», admite, por su parte, el ministro sueco de Relaciones Exteriores, el conservador Carl Bildt, exhortando al vencedor de las elecciones legislativas finlandesas, el proeuropeo Jyrki Katainen, a no dejarse influir por los Verdaderos Finlandeses, informó France Presse.

Carl Bildt sabe de qué habla. En su país, los Demócratas de Suecia irrumpieron el año pasado en el Parlamento sueco, tras cambiar sus uniformes paramilitares para situarse en fila detrás de un joven líder carismático, Jimmie Aakesson.

En el Estado francés, la nueva presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, desarrolla un programa de rechazo de la Unión Europea (UE) y de retórica identitaria de cara a las elecciones presidenciales de 2012, como en Austria el Partido de la Libertad (FPO), cuyo líder, Heinz-Christian Strache, canta en rap su oposición a la influencia de Bruselas o a los minaretes, o como el neerlandés Geert Wilders, quien aboga por prohibir el Corán.

«Es descorazonador»

«Es descorazonador ver un partido populista convertido en la tercera fuerza política de Finlandia», se lamentó el presidente del Partido Popular Europeo, Wilfried Martens, quien, no obstante, se mostró «profundamente convencido» de que Finlandia se mantendrá fiel a los valores europeos, «Europa debe reflexionar sobre esta evolución (política) y examinar sus causas».

Dividida en cuanto a la respuesta común que debe dar a las olas de inmigrantes que desembarca en los países sureños procedentes, estas últimas semanas sobre todo, del norte de África, Europa afronta también muchas dificultades a la hora de superar los egoísmos estatales frente a la crisis del euro y de las finanzas públicas.

«La idea del federalismo europeo era una hermosa idea, en la que yo mismo creí. Pero es un hecho que el concepto de Estado nación ha ganado fuerza y significado» en los últimos tiempos, afirma el ministro húngaro de Relaciones Exteriores, Janos Martonyi, en una entrevista publicada por el diario alemán «Die Welt».

El partido de Martonyi, el Fidesz, no duda en recurrir con frecuencia a la retórica nacionalista para competir con el ultraderechista Jobbik, conocido por sus diatribas contra la comunidad romaní.

Para Jean-Dominique Giuliani, Europa debe aportar nuevas respuestas a la tentación de un repliegue nacional y de encerrarse en sí misma: asumir, por ejemplo, «una inmigración controlada, aceptada, y concentrarse en la integración».

En el plano económico, después de «haber enviado a Bruselas un mensaje muy severo, punitivo», la Unión Europea debe dar «respuestas más positivas, portadoras de esperanza», de cara a una mejor integración económica y una «puesta en común de los riquezas».

Negociación complicada

El avance del partido Verdaderos Finlandeses, que lidera Timo Soini, a la estela de la derecha europeísta complica la formación de un nuevo Gobierno en Helsinki, que será liderado por el vencedor en las elecciones legislativas del domingo, Jyrki Katainen. Su partido, Coalición Nacional, logró una victoria histórica, pese a perder seis escaños, al convertirse en la principal fuerza parlamentaria desde la independencia del país en 1917, con 44 escaños.

El triunfo electoral le permitirá a Katainen llevar las riendas a la hora de formar una nueva coalición de Gobierno mediante una negociación que, según los analistas, será la más complicada en muchas décadas por la irrupción de las derecha más extrema y populista entre los grandes partidos. La debacle electoral de los centristas de la primera ministra, Mari Kiviniemi, que pierden 16 de sus 51 escaños y caen a la cuarta posición, anula prácticamente todas las posibilidades de reeditar la anterior alianza con los conservadores.

Una vez descartada esa posibilidad, la opción más probable es una coalición de los conservadores con los socialdemócratas, convertidos en segunda fuerza con 42 diputados, pese a perder tres escaños. Pero esta alianza -86 de los 200 escaños- necesitaría recurrir a otras formaciones para lograr una mayoría cómoda.

La idiosincrasia política finesa, dominada hasta ahora por el consenso, permite que se formen coaliciones de lo más pintorescas, por lo que a nadie le sorprendería un Gobierno formado por conservadores, socialdemócratas y ultraderechistas, que han pasado de cinco a 39 diputados, un cóctel impensable en otras latitudes.

Según analistas consultados por Efe, la entrada de los Verdaderos Finlandeses en el Ejecutivo dependerá de su capacidad para buscar el consenso y optar por el pragmatismo, una cualidad que no ha caracterizado hasta ahora a la formación.

Su líder, Timo Soini, el candidato más votado del país con más de 43.000 votos, deberá elegir entre hacer concesiones ideológicas para llegar al Gobierno o mantener sus posturas intransigentes en muchas cuestiones, especialmente en materia europea. Por el momento, parece haber optado por la segunda opción, ya que ayer mismo insistió en que la UE debe renegociar el rescate financiero de Portugal.

Soini advirtió de que si finalmente su partido entra a formar parte de la coalición de Gobierno, introducirán cambios en la postura de Finlandia ante la UE y, en concreto, en su actitud ante los rescates financieros. «Si estamos en el Gobierno, la postura no puede ser la misma que la del Gobierno anterior», dijo.

Ademas, el líder populista aseguró que los resultados de la votación pueden interpretarse como un referéndum sobre el euro, el que se negó a convocar el Ejecutivo saliente.

debacle

El Partido de Centro de la primera ministra saliente, Mari Kiviniemi, ha sufrido una debacle electoral al perder 16 de sus 51 escaños. En sus escasos diez meses al frente del Gobierno no fue capaz de recuperar la credibilidad de su partido tras dos legislaturas plagadas de escándalos.

derecho

El principal diario de Finlandia, el «Helsingin Sanomat», señaló en su editorial que los Verdaderos Finlandeses «se han ganado con su victoria el derecho a estar en el próximo Gobierno», pero apunta que esta alianza podría irse al traste si Katainen y Soini no llegan a un acuerdo sobre el rescate de Portugal.

Tensión entre Roma y París, que mantiene sus posiciones

París intentó ayer evitar que aumente la tensión diplomática con Roma después de que ésta llegara a su punto álgido el domingo a raíz de que el Gobierno francés suspendiera la circulación ferroviaria desde la ciudad fronteriza italiana de Ventimiglia para evitar la llegada a su territorio de inmigrantes tunecinos, que desde la caída del régimen de Ben Alí en enero, han llegado por miles a Italia, pero insistió en que sólo dejará atravesar sus fronteras a quienes tengan recursos.

La decisión de París suscitó la indignación de Roma, que protestó contra los que consideró una decisión «sorprendente» y una violación de los «principios» de la Unión Europea. El ministro italiano de Relaciones Exteriores, Franco Frattini, dijo que el Estado francés teme una avalancha de inmigrantes tunecinos y, por eso, ha puesto en riesgo los principios de la Europa sin fronteras internas. Sin embargo, la comisaria europea de Interior, Cecilia Malmström, señaló ayer que París no vulneró la normativa comunitaria en relación con la libre circulación de ciudadanos, ni su actitud supone «el fin de Schengen»,ya que, según remitieron las autoridades galas en una carta remitida a Bruselas, se decidió actuar de esa manera «por razones de orden público». Y es que el Estado francés argumentó que su decisión de interrumpir el tránsito de trenes se tomó para evitar incidentes, porque unas 300 personas organizaron una manifestación de apoyo al que llamaron «tren de la dignidad».

El Gobierno francés, que mantiene su postura al asegurar que «se aplicó la letra y el espíritu de Schengen», indicó que trabaja con sus socios comunitarios, incluida Italia, para afrontar «los importantes desafíos migratorios». Según la información facilitada por su Ministerio de Exteriores, para resolver «las tensiones migratorias» actuales hay que «encontrar soluciones duraderas conformes al derecho y a la dignidad de las personas».

La polémica no suscitó demasiadas reacciones en el Estado francés, pero sirvió para que el Frente Nacional de Marine Le Pen pidiera el cese de los acuerdos Schengen y dijera que terminar con la libre circulación en la UE «es la única solución para evitar el desembarco de clandestinos en Francia». GARA

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