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El derecho a dormir bajo un techo no sabe de calendarios

Hoy en día, alrededor de 200 personas duermen en la calle en Donostia. Este colectivo reclamó ayer a los servicios municipales albergues que abran durante todo el año y poder dormir caliente más allá del invierno.
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Oihane LARRETXEA | DONOSTIA

«No es cuestión legal, sino moral», decía uno de los carteles con los que un colectivo formado por ochenta personas que viven en la calle reclamaron a los servicios municipales de Donostia que abran un albergue en el que puedan dormir durante todo el año, de enero a diciembre, sin calendario de por medio.

Y es que el 31 de marzo los centros de la capital guipuzcoana que dan cobijo a las personas sin hogar cerraron sus puertas hasta el próximo 15 de noviembre. Existen dos «casas del frío». Por un lado, la municipal, Neguko Aterpea, y por otro, Hotzaldi, que gestiona Cáritas. Pero, ¿qué ocurre durante los meses restantes? Que durante la primavera y el verano estas personas no tienen oportunidad de descansar sobre un colchón ni entre las cuatro paredes de una habitación.

«Los centros a los que tenemos acceso durante el invierno sólo podemos utilizarlos como mucho durante tres noches seguidas. Y esto después de estar esperando durante tres meses en las listas de espera», indicó Mustafa Toukit, natural de Marruecos. Llegó a Donostia hace cinco meses, aunque han pasado quince años desde que se fue de casa. «Sólo pedimos un centro que abra siempre, para que podamos descansar y asearnos». Recordó que, aún en verano o en los días en los que no llueve, la inseguridad de la calle sigue siendo la misma, y también el «palo» que ello supone para el cuerpo.

«No somos turistas»

Aunque la iniciativa ha surgido de este grupo formado por ochenta personas, indicaron que en Donostia son alrededor de doscientas las que hoy día viven en la calle, una cifra que, por cierto, va en aumento. «Somos personas muy diferentes y de lugares tan diversos como América Latina, Rumanía, Euskal Herria... tanto jóvenes como adultos, hombres y mujeres».

La mayoría de los usuarios de este tipo de centros se dedican a buscar empleo durante el día o acuden a cursos formativos para que en un futuro puedan acceder a un empleo. «Nosotros no somos turistas, somos personas que queremos vivir aquí», remarcó Toukit. Pero, para ello, necesitan unas condiciones dignas.

El joven Baracay Cisse tiene formación para trabajar como soldador y electricista pero, desde que en 2008 perdiera su último trabajo, este senegalés está en el paro. Asegura que al ser extranjero las opciones de lograr un empleo se reducen mucho. Su situación rozó lo absurdo cuando hace dos días un agente de la Guardia Municipal le multó por dormir en una pequeña caseta -a la que tuvo que poner una tejavana-, alegando que lo hizo en un «lugar no autorizado». Le han dado dos días para abandonarlo y le notificaron que le enviarían la multa correspondiente. «¿Pero a dónde me la van a mandar si vivo en la calle?», se preguntaba.

RESPUESTA

Los convocantes de la manifestación piden al Ayuntamiento de Donostia que estudie la situación para intentar encontrar una solución. A pesar de los intentos, aún no han obtenido respuesta del Consistorio.

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