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PSOE, entre el vacío de Zapatero y la vuelta a las viejas esencias

Hay consenso en el PSOE de que toca aguantar hasta las generales de marzo. Eso si los poderes financieros no dictan lo contrario. La pelea está abierta en torno a la conveniencia de unas primarias en las que se enfrentarían el continuismo, personificado en Carme Chacón, y el retorno a la «seguridad de las esencias», de la mano de Alfredo Pérez Rubalcaba.

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Las elecciones del 22-M han dejado al PSOE en la situación más crítica desde su desembarco en la política española -tras su casi total ausencia en la lucha contra el franquismo- en 1976.

La formación es, ahora, rehén de un gobierno que lleva arrastrándose en los últimos años, desde el estallido de la crisis que negó una y otra vez, como San Pedro. Su único objetivo pasa por aguantar como sea hasta el final de la legislatura. El presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, ha insistido estos días en que se mantendrá la hoja de ruta, que consistiría en la celebración de primarias, que culminarían en otoño con la elección del candidato que le suceda en la carrera a La Moncloa y que le permita retirarse a León. Habiendo dejado, eso sí, un legado lleno de... nada.

Todos coinciden en el PSOE en que no es momento -ciertamente casi no hay ni tiempo material- para adelantar las elecciones generales. Menos cuando la formación acaba de perder la friolera de 1,5 millones de votos respecto a las municipales de 2007 y ha perdido casi todos los escasos feudos que le quedaban salvo la Junta de Extremadura, que salva por los pelos, concretamente por los escasos cabellos que le quedan a IU.

Aunque a estas alturas de la película -y de las previsiones económicas- se ha perdido la pequeña esperanza de que los datos macroeconómicos pudieran mejorar entre la segunda mitad de este año y el primer trimestre de 2012 -dando un balón de oxígeno al candidato/a a suceder a Zapatero-, lo cierto es que el Gobierno no afronta un período de especiales dificultades en el ámbito interno.

Defensor de la llamada «geometría variable» que le permitió ahorrarse pactos electorales firmes, Zapatero siempre ha contado con los oportunos apoyos. Cuando perdió los de la izquierda ahí estaba el PNV, que ha apuntalado todas sus políticas de recorte social sin rechistar.

Por lo que toca a los presupuestos a votación en setiembre, y en el peor de los escenarios posibles -que no probables- siempre le quedaría la posibilidad de prologarlos y llegar así hasta marzo.

El verdadero problema que afronta el noqueado PSOE es el de las prometidas primarias, que en el fondo evoca lo que es el meollo del asunto: la lucha por el poder.

Cada vez son más las voces que defienden que el partido no está para afrontar un proceso de primarias de incierto resultado y que «ahondaría en una imagen de división que es lo que menos conviene en estos momentos». Los barones de Extremadura. Guillermo Fernández Vara, y de otras Comunidades Autonómicas como La Rioja lideran, pero no sólos, esta posición, que coincide con su apuesta clara por el actual vicepresidente primero y ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, como único candidato. El mismo que en 2000 se alineó con el barón de barones, José Bono, para intentar impedir la llegada de Zapatero a la secretaría general.

Frente a este sector se sitúan los defensores de la candidatura de la actual ministra de Defensa, Carme Chacón. Aducen estos que la opción Rubalcaba, más si fuera impuesta sin primarias, supondría que el partido habría decidido «enrocarse» ante la crisis, justo lo contrario que, siempre según ellos, habrían dictado las urnas: la necesidad de renovación profunda del PSOE.

No hay duda de que la opción Rubalcaba exuda olor a la vuelta del PSOE a tiempos pasados -a las décadas de los ochenta y noventa-. No faltará, sin embargo, quien eche de menos aquellas épocas a poco que eche un vistazo al mapa electoral surgido de las elecciones del pasado domingo, totalmente azul si excluimos las especificidades de Euskal Herria y Catalunya y la prórroga electoral de que disfruta la Junta de Andalucía-, sólo superado por el azul-añil (Álvarez Cascos) de la no hace tanto roja Asturias.

Pero de ahí a colegir que Chacón suponga una verdadera renovación va un trecho desmentido durante los siete largos años de gestión de Zapatero. Más cuando ha sido su total inconsistencia la que ha condenado a la situación actual.

A todo lo más, la candidatura de la ministra de Defensa -que contaría con el apoyo del derrotado presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda-, aspiraría a intentar repetir la senda trazada en su día por Zapatero, quien asumió las riendas del partido en plena crisis, en el año 2000, y lo llevó cuatro años después a La Moncloa, -cierto es que tras el terremoto del 11-M-.

Todo apunta a que, en fin, el PSOE afronta, otra vez, un falso dilema. Entre la tradición y la modernidad pero en el ámbito de la estética.

MADRID

El precedente más cercano han sido las primarias del PSOE en Madrid. Tomás Gómez, desde el aparato regional, venció a la candidata de La Moncloa, Trinidad Jiménez. El domingo, el PSM de Gómez perdía 200.000 votos y seis puntos, bajando de la barrera del 30% de votos.

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