No es ninguna novedad que en el seno de la Iglesia guipuzcoana existe una corriente mayoritaria que defiende el rumbo pastoral seguido en la diócesis en las últimas décadas y que no ha ocultado su preocupación por la designación por Roma de José Ignacio Munilla como su prelado y las medidas que ha ido aplicando desde que fue consagrado el 9 de enero de 2010 en Donostia.

Sacerdotes, religiosos y laicos han ido promoviendo iniciativas de carácter público con las que «desde el cuidado de nuestras raíces -han confesado-, queremos mirar hacia adelante y poner nuestras energías al servicio de construir una Iglesia más evangélica». Su última propuesta es el encuentro de oración y diálogo que convocan para el sábado 11 de junio, a partir de las 11.00, en la parroquia del Espíritu Santo del barrio donostiarra de Ibaeta.

Al defender una Iglesia participativa y confíar en sus componentes, será un encuentro abierto al que han llamado a agentes de pastoral de las parroquias, arciprestazgos, unidades pastorales o colectivos cristianos. Por su naturaleza, el grupo promotor aclara que a la cita en Ibaeta podrán acudir «quienes viven buscando una vida más digna para sí mismos y para todos, para quienes siguen y querrían seguir a Jesús, para quienes están convencidos de que otra Iglesia es posible».

El manifiesto de 2010

En esa misma parroquia, el 18 de diciembre de 2010, se celebró otro encuentro de oración, en el que un sacerdote y dos laicas dieron testimonio de lo que supuso para ellos el Concilio Vaticano II, su implantación en la comunidad diocesana guipuzcoana y la aportación de los prelados vascos en el camino hacia la paz en Euskal Herria. En aquella cita se presentó el manifiesto ``Una Iglesia al servicio del Evangelio'', que ha sido rubricado por 2.720 personas, lo que consideran «alentador».

Hace seis meses, los promotores del citado documento no ocultaron su preocupación «por la incidencia que el cambio episcopal puede tener en el desarrollo de la tarea pastoral». Se apostaba por favorecer, trabajar e impulsar «dinamismos de evangelización» para la realidad del herrialde, estableciendo «un diálogo confiado con los hombres y mujeres de hoy, un diálogo complejo y paciente, tomando en consideración las pre- guntas y los proyectos que surgen desde ellos».

Otros ámbitos de trabajo los situaron en el trabajo con los excluidos, en el seno de las propias comunidades cristianas y la contribución desde la Iglesia «a la pacificación de nuestro pueblo». Tampoco faltó referencia a la normalización del euskara y promover «el respeto y la búsqueda de cauces político-sociales que haga efectiva la voluntad plural de este pueblo», sin olvidar el respeto a las identidades de los inmigrantes.

La respuesta cosechada ha dado mayor consistencia al movimiento, cuyos integrantes abogan por la extensión de la filosofía del documento. El objetivo que persiguen es crear una red permanente en la diócesis para impulsar el modelo de Iglesia que se plasma en el manifiesto. Otro ámbito que se tocará es el de la divulgación a través de las redes sociales.