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Seis miradas diferentes sobre una misma Tolosa plasmadas en jardines

El parque tolosarra de Zumardiaundi ha vuelto a la vida gracias al festival de jardines que se celebrará hasta el próximo mes de octubre. Seis diseñadores guipuzcoanos han creado seis espacios íntimos y personales que evocan tanto las famosas papeleras como el río Oria.

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M. LARRINAGA

A ojos de los visitantes, el pueblo guipuzcoano de Tolosa tiene asociadas tres ideas principales. Por un lado, las famosas papeleras que durante años fueron sustento de la gran mayoría de los habitantes del pueblo; por otro, el río Oria que, a consecuencia de la industria, estuvo muy contaminado durante tiempo; y, por último, los famosos carnavales que cada año atraen a visitantes de todas las procedencias.

Por debajo del puente de la autopista se encuentra el parque de Zumardiaundi, el «prau grande» como es conocido en el pueblo. Tras las obras del viaducto el parque quedó abandonado, pero ahora se ha convertido en una zona para pasear que acoge seis jardines efímeros y originales, todos ellos asociados a la idea personal de Tolosa que tenían los seis participantes de este festival de jardines.

Local 4: el bosque entre reflejos

La empresa Local 4 ha construido un jardín que está a mitad de camino entre lo imaginario y lo real. Una senda marcada por secciones de troncos numerados e incrustados en la tierra nos lleva a mirarnos ante diferentes espejos viendo «el bosque» desde diferentes puntos de vista. Es «el bosque» porque no existe físicamente como tal, y es que la parcela de Local 4 contaba sólo con tres árboles. Caminando por las secciones de los troncos, «habrá un momento en que te coloques en un punto y veas el bosque entero», explicó Ane Barrutia, miembro de Local 4. Será sólo una percepción visual, pero el juego está en buscar ese reflejo perfecto. «En lugar de marcar el sitio exacto del reflejo, se han enumerado los troncos para que la gente lo encuentre por sí misma».

Según explicó, querían «hacer algo que se viera que era una actuación pero que respetara lo que había antes. Lo que no queríamos era que durante el tiempo que la actuación estuviese expuesta, no se viera». Su objetivo era mostrar que su jardín es ficticio, que el verdadero lo compone lo que está al fondo, querían que fuera como «un disfraz», en alusión a los carnavales de Tolosa.

Además, reforzando la participación de los visitantes, han añadido un número de teléfono (609 67.04.41) para mandar mensajes y una dirección de correo electrónico (zuhaitzenmagia@gmail.com) donde se podrán dejar las fotos que cada uno saque en el breve recorrido del jardín. Con esas imágenes, los creadores pretenden introducir pequeños cambios en los próximos meses añadiendo las fotografías que recojan. «Nos pareció interesante que la gente pueda cambiar nuestra creación, que no se quede como una propuesta cerrada. El jardín es mucho más de lo que hemos hecho nosotros».

Lur Paisajistak: la protección

«Un jardín debe ser un lugar bonito», explica Iñigo Segurola, miembro de Lur Paisajistak. Y ese es precisamente el fundamento de su jardín de Tolosa, un lugar bonito y protegido. Según aclaró Segurola, el jardín es una palabra de orígen germano que significa un lugar cerrado, por lo que, traslandando ese significado al proyecto del festival, su propuesta es un bonito jardín rodeado de paredes de madera donde predomina el color blanco. Esas paredes protectoras están creadas con las secciones de los troncos que se apilan en las entradas de las fábricas de papel, ya que para Segurola siempre ha sido una textura interesante.

El entorno que rodea el jardín está desierto por ahora, aunque Lur Paisajistak se ha guardado un as en la manga, ya que ha plantado Carlinas para que el jardín evolucione en las próximas temporadas. «Un jardín, al fin y al cabo, es tiempo. Si no se entiende el concepto del tiempo, el jardín no tiene ningún sentido», explicó el diseñador.

Mikel Sarriegi: reviviendo el Oria

Una construcción de cubos de papel bajo el título «¿Tiene esperanza el río?» es la propuesta presentada por Mikel Sarriegi. Basándose en sus recuerdos del río Oria lleno de espuma a consecuencia de las fábricas de papel, Sarriegi plantea la recuperación del Oria con la floración de las plantas de río colocadas en su espacio.

«Planteamos un jardín que sólo es papel, blanco y sin plantas porque el río estaba muerto hace tiempo. Jugando con esa idea, hemos escondido varias plantas que crecen en las orillas de los ríos que aparecerán en los próximos meses», explica Sarriegi. Así, el Oria de su jardín volverá a la vida con el crecimiento de las plantas.

Rekondo y Galdos: el megalito

Jakoba Rekondo, junto a Asier Galdos presentan un punto de vista más global. No sólo toman en cuenta Tolosa, sino que también les parece importante Tolosaldea. «Lo que queríamos plasmar es que Tolosa no es nada sin sus alrededores».

Esa visión grupal la transmiten mediante un círculo. «Según dicen los historiadores, el círculo es la única medida neolítica que sigue viva en todo el mundo», aclaró Rekondo. Por encima de ese círculo, se han colocado unos palos de madera y lo que queda fuera de ese círculo son campos de cultivo. «Hemos plantado maíz y con el tiempo veremos crecer ese maizal remarcando así el círculo del interior. Pero, para reforzar ese círculo, hemos colocado unas chapas de hierro que marcan la dirección de los montes donde se pueden encontrar megalitos. Bedaio, Villabona, Alkiza, Albiztur... Toda su energía la concentramos en el círculo», explica Rekondo.

Recogiendo la importancia que el Oria ha tenido en la región, la entrada a ese círculo se ha plasmado en forma de río, pero a su vez, representa la conexión que Tolosa ha tenido con el hierro y el comercio.

Como detalle, Rekalde cuenta que los maizales han sido plantados por los alumnos de la ikastola Laskorain de Tolosa. «Los campos de cultivo los han hecho los tolosarras y ellos mismos serán los que sigan el crecimiento de la cosecha. Además, esos mismos niños serán los encargados de recoger el maíz en otoño».

Esteban Jara

La propuesta de Esteban Jara es «una esperanza de futuro, un paisaje basado en Tolosa y en especial en su entorno rural, en sus huertas y la filosofía de esfuerzo de este medio. A través de él, se intenta reflexionar sobre posibles maneras de construir nuestro entorno de una forma más respetuosa», explica el mismo Jara.

Un enorme pilar de la autovía divide la parcela de Jara en dos partes y se aprovecha esta circunstancia para mostrar dos partes de Tolosa, «una, la que se asoma sobre el río y, otra, la más rural, con sus prados y cultivos».

Sobre el pilar se crea una edificación con viejas tablas de palés que sujetan sus muros y su cubierta y que se acompaña de abundante vegetación, proponiendo de esta manera, «una reflexión sobre una nueva forma de urbanizar o de aprovechar el espacio urbano en vertical añadiendo los enormes beneficios que aporta la vegetación», explica Jara. «Mediante materiales de reutilización y plantas se dibuja el río, pavimentos, los jardines verticales, muros y cubiertas vegetales, huertas o praderas floridas con árboles frutales, que fomentan la biodiversidad. Se pretende dignificar el valor de estos materiales, incluso estético y fomentar la reflexión sobre el tratamiento de los residuos o el gasto del mantenimiento de los céspedes, frente a las praderas naturalizadas».

En definitiva, lo que Jara intenta es sugerir una utilización «más responsable» de los recursos hídricos, mediante la recogida de las aguas pluviales y la depuración de las residuales domesticas, que está representado por los muros vegetales y unos estanques en forma de maceta. Todo eso, por supuesto, mediante flores de intensos colores, que visten el pilar de la autovía, dando oportunidad de ver mariposas en el cemento.

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