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Periko Solabarria Bilbao y Alejandro Oribe Cabieces Millitantes de al izquierda abertzale y vecinos de Lutxana

Ezkerraldea, indignada, cabreada y de muy mala...

Denunciemos todas y todos juntos a los indignadores -auténticos planificadores y autores de esta situación-, que tienen nombre y apellidos y siglas, y se parapetan en los bancos y grandes empresas, y también en las instituciones

Un año más, una nueva convocatoria, unos motivos-síntomas viejos y agravados por un tiempo que corre planificadamente en contra de Ezkerraldea, de su industria, de sus puestos de trabajo, de su vida cotidiana, de su bienestar social. Durante más de un siglo sólo la explotación, primero en las minas y después en la industria, en la gran industria que a la sombra de los Altos Hornos nació y creció, y las malas condiciones de vida en los pueblos y barrios, donde se mascaban junto a la contaminación todas las carencias posibles que hacían de la vida algo difícil de afrontar, fueron algunas de las características que definirían lo que en la margen izquierda de la ría se vivió.

Paralelamente, nacían los bancos, crecían los beneficios, tan grandes casi como las carencias, y Ezkerraldea se convirtió en el granero principal de Bizkaia, de Euskal Herria y también del Estado. Fue el Potosí al que acudieron legiones de desplazados y desplazada de otros lugares del Estado en busca de «EL Dorado», en busca de algo tan simple como poder vivir, aunque fuera explotados.

Y también nacieron la conciencia de clase, el hambre de socialismo y las organizaciones obreras y abertzales, y se luchó en las Fábricas por las ocho horas y por los convenios, economatos, comedores y escuelas de aprendices, y en la calle codo con codo y puño con puño con los que luchaban por unas mejores condiciones de vida en pueblos y barrios, y por las libertades para todos y todas, y contra el fascismo-franquismo y sus penas de muerte.

Nada nos fue regalado. Como en otros lugares y en otros países, sólo con la lucha, la organización y la participación de muchos y muchas se pudieron arrancar los objetivos conseguidos, aunque esto algunos y algunas lo pagaron con su libertad e incluso con su vida, pues ya se sabe que los explotadores siempre tienen aliados dispuestos a defenderles con todo tipo de armas.

Alguien decidió hace ya algún tiempo alterar nuestra historia, nuestra vida, por la que tan alto precio hemos pagado, y convertir Ezkerraldea en un desierto industrial, sin empresas tractoras: Babcock cerrada, La Naval en trance de desaparecer, ABB pretenden deslocalizarla, Fersint, ACB, Nervacero, etc. en la cultura del ERE permanente, que es una buena arma para ahorrar costos a cuenta de las prestaciones de los trabajadores.

Pretenden que seamos una zona de servicios, donde la constante sean la precariedad y los bajos salarios, donde los jóvenes formen una monumental bolsa de trabajo de la que poder abastecerse a su antojo y donde las bolsas de pobreza aumenten sin límite, sobre todo entre los sectores tradicionalmente relegados y marginados del mercado laboral: mujeres y emigración.

Antes, cuando hicieron su reestructuración industrial (?), llenaron nuestros pueblos de margen izquierda y zona minera de prejubilados y prejubiladas, práctica manera de acallar cualquier contestación social, pero errónea en lo económico, pues además de utilizar una ingente cantidad de recursos dinerarios que bien se podían haber empleado en otras soluciones como la formación, el tan cacareado I+D+i, inversiones tecnológicas etc., se desprendieron de un importante capital humano con capacidad y facultades para seguir en el mercado laboral.

Y no sólo no han conseguido la reestructuración, sino que han convertido ésta en la simple destrucción, en un genocidio industrial y económico: más del 20% de parados y paradas, entre la juventud superan el 45%; las peticiones de renta básica y de ayudas sociales aumentan de manera constante, y el mal llamado umbral de la pobreza ya no es tal, pues se ha convertido en algo casi endémico en algunos sectores de nuestra comunidad.

Como militantes de la izquierda abertzale que vivimos pegados a la realidad de nuestra zona, asumimos como propia la convocatoria que desde diferentes colectivos populares y sociales hicieron para el pasado sábado entre Sestao y Barakaldo, y junto con ellos y ellas, y junto a la mayoría sindical vasca, caminamos y denunciamos desde la indignación acumulada durante ya hace muchos años los continuos recortes sociales, las continuas agresiones que suponen la destrucción de puestos de trabajo en nuestra zona. ¿No es eso violencia? ¿Hay algo más violento que la miseria?

Denunciemos todas y todos juntos a los indignadores -auténticos planificadores y autores de esta situación-, que tienen nombre y apellidos y siglas, y se parapetan en los bancos y grandes empresas, y también en las instituciones, desde donde presumen de buen gobierno y gestión, pero no para las clases populares, sino para sus amos y mecenas. Y como los indignados e indignadas dicen que no hay «pan para tanto chorizo», pues colguemos unos cuantos, que traen la cuerda puesta.

Que la marcha del pasado 18-J no pare, que siga hoy, mañana... y entre todas y todos situemos Ezkerraldea y a sus gentes en un estadio diferente al actual.

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