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AVENTURA Naturgas/BBK Transantartika 2011

«Lo importante era aprender»

Iñurrategi, Vallejo y Zabalza cuentan su experiencia en Groenlandia y empiezan a pensar en la Antártida, segunda parte del plan.

GARA | BILBO

Un fin de semana de descanso en casa ha mejorado el aspecto físico de Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza respecto a las imágenes que enviaron cuando se encontraban a medio camino de su periplo en Groenlandia. Pero el tremendo esfuerzo de los 2.300 kilómetros recorridos en 32 días sobre la meseta helada era todavía visible en sus rostros ayer, en el transcurso de la rueda de prensa en la que relataron los pormenores de su aventura.

«Lo importante era aprender» fue la frase más repetida por los tres protagonistas, que coincidieron al subrayar cómo la experiencia groenlandesa, por la dureza de sus condiciones, ha contribuido a cohesionar el equipo, dotándole de una buena dosis de optimismo y confianza de cara al reto que les espera en noviembre en la Antártida.

Un reto aún mayor

Aprovechando el verano austral, el equipo de BAT Basque Team pretende volver a permanecer en total autonomía, esta vez durante aproximadamente 70 días, y con el hito añadido de alcanzar el Polo Sur. Otro elemento diferenciador va a ser la combinación de la travesía con trineos tirados por cometas con alguna escalada. A falta de concretar los detalles del recorrido, las primeras etapas probablemente atravesarán la región conocida como «la Tierra de la Reina Maud», que acoge algunas de las formaciones rocosas más espectaculares de la Antártida. Allí podrían intentar coronar alguno de sus picos, que ofrecen una especial complicación técnica, además de las condiciones climatológicas extremas que caracterizan al continente helado.

Iñurrategi explicó que «ésta era una experiencia nueva, en la que lo importante era aprender, y lo cierto es que hemos aprendido mucho: sobre la técnica del manejo de cometas, sobre la importancia de la nutrición y de la planificación previa, sobre la convivencia en un espacio muy reducido durante muchas horas, y sobre cómo seguir adelante a pesar de los problemas». También incidió en la dureza de la experiencia vivida en Groenlandia «que no se refleja en las imágenes, porque ahí no se ve lo que supone arrastrar 150 kilos con 30 centímetros de nieve, o la frustración de hacer apenas 10 kilómetros al día cuando te quedan 2.000 por delante, el frío, el aislamiento, el sufrimiento de pasar 12 horas con unas botas de esquí, o las tres horas que nos costaba cada día montar el campamento y disponer de agua y comida».

Por su parte, Juan Vallejo expresó la satisfacción del equipo «porque hemos cubierto muchas aspiraciones a un tiempo, y hemos aprendido a desenvolvernos en un medio que, aunque es similar a la montaña, tiene sus peculiaridades».

El gasteiztarra explicó que «lo que se pensó como una prueba ha acabado siendo una gran expedición, mucho más dura de lo que creíamos, pero hemos sabido solventar los problemas y ha resultado enriquecedora». Vallejo añadió: «Lo que nos espera ahora son los mismos ingredientes al cuadrado: va a ser más larga, en condiciones más duras, con terreno y vientos menos favorables, y añadiendo el factor de la escalada».

Mikel Zabalza incidió en lo que a su juicio fueron los momentos más duros de esta travesía extrema, «los primeros días, que fueron físicamente muy exigentes, o más tarde el frío en los pies, el dolor en las rodillas y en las piernas por un esfuerzo muy estático cuando podíamos sacar provecho a las cometas, hasta el punto que en más de una ocasión pensaba que me iba a caer mientras montábamos el campamento».

Como un matrimonio

El navarro también destacó entre lo mejor de la experiencia «el grado de convivencia y armonía entre nosotros, porque al final una travesía como ésta se convierte en una especie de matrimonio en el que no puedes desconectar de las personas con las que compartes las 24 horas durante varias semanas».

Mikel Zabalza es además el único de los tres con experiencia previa en la Antártida, tras una expedición de hace ahora 10 años, y ahora se siente «doblemente afortunado, porque estéticamente se trata del lugar más increíble que he visto en mi vida, con picos de roca que se elevan mil metros sobre la superficie helada».

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