Alberto Contador fue el gran protagonista, a su pesar, en la primera jornada del programa que el Tour ha preparado para el Grand Depart del Vendée. Comprobó lo que se esperaba, que al margen de superar a sus rivales en la carretera deberá afrontar fuera de ella una presión mayor tras su positivo de 2010 que le llevó a vivir una dura rueda de prensa y la hostilidad que reflejó la mayor pitada que se recuerda en el Tour a un ciclista.

De poco le valió el intento de que la rueda de prensa que concedió horas antes fuera menos dura. A pesar de que la adelantó al jueves, antes de la presentación, cuando lo normal es que hablara hoy, cuando llegan muchos periodistas, el recinto se abarrotó de informadores.

Intentó controlarla al sustituir su jefe de prensa al encargado del Tour de dar el micrófono a los que piden hacer preguntas en las ruedas de prensa oficiales y limitó el número de periodistas que pudo preguntar a siete, lo que motivó quejas de algunos franceses que le acusaban de elegir a aquellos que conocía.

Una dura pregunta

Los que no eran españoles centraron sus preguntas en esa presión especial y uno de ellos dejó claro el sentir de una parte de la prensa al decirle que «todos los equipos en los que has estado han tenido problemas con el dopaje y no has realizado nunca una declaración contra el dopaje. ¿Por qué creerle ahora?».

Le respondió visiblemente molesto: «Usted está mal informado, mi tolerancia contra el dopaje siempre ha sido cero y sobre lo de creerme cada uno es libre de pensar como quiera».

Fue la única pregunta salida de tono, pero varias veces le plantearon si estaba preparado para asumir la presión externa que le espera: «El Tour es una carrera en la que hay muchísima presión. Basta con ver sólo la cantidad de medios presentes en esta rueda de prensa. Muchas veces la presión fuera de competición es mayor que dentro. Lo más importante es mantenerse concentrado en la carrera, saber cuál es el objetivo y luego disfrutar de la bicicleta. Son muchos años, muchas conferencias de prensa en el Tour y me concentro bastante bien».

También le plantearon si le afecta que, en el caso de ganar el Tour, se lo pueden quitar días después si el TAS anula todos los resultados conseguidos este año en caso de sancionarle por el positivo del Tour 2010. Calificó esta posibilidad como «ridícula porque desde principio de año pocos corredores habrán estado más controlados. En todas las carreras que he competido he conseguido alguna victoria con el consiguiente control. Me parece que sería ridículo si eso fuera así, que no será porque tengo plena confianza en la resolución que salga. Pero si pasara, para mí sería insignificante».

En las pocas preguntas referidas al plano deportivo, realizadas por periodistas españoles, transmitió sus dudas porque «es la primera vez que hago Giro y Tour en un mismo año, la primera vez que corro dos grandes seguidas sin un parón como el que tuve en 2008 entre Giro y Vuelta. El Tour es durísimo pensado sólo en él y, viniendo del Giro, no sabes cómo va a responder tu cuerpo. Además el Giro ha sido especialmente duro y difícil y te plantea dudas sobre cuál va a ser tu rendimiento».

Rechazó que el recorrido «sea el mejor para mí. Prefiero una crono de 15 kilómetros el primer día, una de 30 a mitad del Tour y la última. Me serviría para poder distanciar a escaladores que no se defiendan tan bien en la contrarreloj. Me viene bien la montaña, pero si hubiera más contrarreloj sería mejor. Por ejemplo, en el Tour de 2007 hubo 120 kilómetros contrarreloj y eso te permite marcar la diferencia con los escaladores».

Sobre los rivales, señaló que «si tuviera que nombrar sólo a uno destacaría a Andy Schleck, pero hay veteranos que se han preparado este año a conciencia y otros jóvenes que a poco que den un pequeño salto de calidad pueden luchar por la victoria. Además este grupo tiene más posibilidades a nivel táctico de las que pueda tener yo». Dentro de este grupo de aspirantes destacó a Robert Gesink.