(Traducción: GARA)

(...) Cuando los detalles del primer paquete de ayuda internacional para Grecia se estaban negociando el pasado año, un cierto aviso de alarma se escuchaba a menudo. El argumento era que el rescate multimillonario para Atenas era peligroso porque animaba a otros miembros derrochadores de la eurozona a actuar incluso de manera más irresponsable. El ejemplo griego, decían, demostraría a los imprudentes directivos económicos del continente que, al final, descuidar sus obligaciones sería premiado más que castigado.

(...) En realidad, el ejemplo griego podría haber tenido el efecto opuesto. Ningún primer ministro querría pagar el precio que el Gobierno de Papandreu ha tenido que pagar, si pueden ser ayudados. Grecia ha tenido que sacrificar su soberanía nacional hasta un punto mucho más grande de lo que es usual o necesario para un miembro de la Unión Europea. Durante meses, los representantes electos griegos no han sido capaces, en consecuencia, de tomar ninguna decisión independientemente. (...) En realidad, de cara a un futuro previsible, Grecia será sólo una democracia limitada. La ciudadanía griega puede votar a quien quiera; ello no cambiará realmente nada.