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NIK LAN TA HIK JAI: XOTERO ETXANDI

«Odio la palabra `gutxi gorabehera'»

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Testua eta Argazkia: Alberto Pradilla

A Xotero Etxandi se le conoce por su inagotable compromiso dentro de la izquierda abertzale. Ex preso, torturado, ex parlamentario por HB... la vida del baztandarra ha estado marcada por el conflicto político que sufre Euskal Herria. Pero, para cualquiera que haya montado una txosna en algún lugar de Nafarroa, Etxandi es también ese tipo capaz de irrumpir con su camión en medio de la marabunta sanferminera de una Jarauta abarrotada sólo porque las previsiones de cerveza de una taberna popular se quedaron cortas. Teóricamente, su profesión es la de repartir bebidas y gas industrial a bares y txosnas. Pero, en la práctica, termina convirtiéndose en el Señor Lobo de Pulp Fiction, ese que soluciona problemas.

«Yo trabajo a gusto en esto por la gente con la que me relaciono. Eso vale mucho la pena», explica Etxandi, que lleva 16 años con su almacén móvil. Desde que las fiestas de la Txantrea abren el período txosnero estival en Nafarroa, el trabajo se acumula para el baztandarra. Un ejemplo: la entrevista se realiza un domingo por la mañana. En apenas media hora, descarga barriles en un bar de Iruñea, reparte alguna pieza para los cañeros de otro y todavía le da tiempo para sacar las herramientas y hacer algún apaño en una sociedad. Después, vuelta a la carretera. «Lo de los kilómetros es incalculable, una barbaridad. Solo ayer me hice más de 400» asegura.

trabajar a cambio de nada

«Tengo tan asumido que trabajo cuando los demás tienen fiesta que ya no se me hace ni duro», explica. Aunque después termina reconociendo que «muchas veces jode. Bastante además». En realidad, Etxandi habla de algo mucho más importante que las cervezas o el negocio. «No me importa trabajar duro siempre y cuando esta gente saque todo el rendimiento que pueda. Económicamente, no merecería la pena. Lo que merece esa juventud que está ahí por militancia, porque quiere cambiar la situación política. ¿Cómo no vas a trabajar tú si tienes a tu lado gente que sacrifica a cambio de nada?».

Etxandi habla con entusiasmo sobre los cientos de jóvenes que sacan adelante las fiestas populares. Aunque también tiene que reconocer que sus «broncas» cuando alguno se pasa de listo son conocidas (y temidas) en todo Nafarroa. «¡Son legendarias porque legendarias son las pasadas que me hacen!», bromea. En medio de la jauría festiva, a veces la responsabilidad se diluye al quinto gintonic.

«Procuro levantarme pronto para estar pendiente de lo que falta en las txosnas. Incluso se lo calculo, solo hace falta que me digan lo que tienen lleno. Pero luego ni te llaman, o se les olvida, o el que ha hecho el recuento dice `gutxi gorabehera'. ¿Cómo que `gutxi gorabehera'? ¿Eso son 40 barriles o 60? A muchos de confianza les digo que odio la palabra `gutxi gorabehera'». En realidad, pecadillos que se perdonan. «Hay veces que te llaman a las doce de la noche porque se ha estropeado un cañero. Vas de mala leche, pero cuando te encuentras a tres chavalas currando sin parar por militancia, se te pasa», indica, mientras recuerda con simpatía el momento en el que le sacaron de una comida en Zizur para arreglar dos tiradores. El único problema era que se habían manchado con serrín.

Da la sensación de que este trabajo sea una fábrica de anécdotas. Como aquella vez en la que le llamaron de Iruñea a las 12 de la noche. Tocaba volver a trabajar porque (nuevamente) se había estropeado un cañero. «Cuando termino, me llaman de otro». Pero la noche siempre depara giros inesperados. «Salgo del bar agotado, me echo un pote y me encuentro con un amigo. A las ocho de la mañana me volvía a casa, bien tocado», relata entre risas.

La parte más negativa de este trabajo la aporta el Ayuntamiento de Iruñea, en manos de UPN, y su política de hostigar a las fiestas populares. «En más de una ocasión la actitud de la Policía Municipal ha sido inaceptable, brutal. Han ido a quitar las máquinas, a romper la fiesta, se han llevado la bebida. Eso no pasa en ningún otro sitio de Nafarroa». No es sólo la «impotencia» ante unas trabas injustificables, sino que también afecta al bolsillo. «Muchas veces pierdes dinero y horas de trabajo», lamenta. Sin embargo, mientras sigan existiendo chavales con ganas de montar una txosna, Xotero Etxandi tiene claro que seguirá ahí, repartiendo cerveza y acudiendo a horas intempestivas para arreglar un cañero.

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«En más de una ocasión, la Policía Municipal de Iruñea ha ido a romper las fiestas, me han quitado las máquinas y se han llevado la bebida. Eso no pasa en ningún otro sitio»

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